
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Viendo esta mañana la ceremonia de coronación del Rey Carlos III del Reino Unido, me recuerda al Vega Baja de antes de 1898, cuando la monarquía española regulaba la vida de este pueblo. Esa unión política de subordinación fue muy desventajosa para nuestro pueblo y para Puerto Rico.
España regulaba todos los aspectos de nuestras vidas, aunque había órdenes y leyes que en realidad no se podían cumplir pues nuestra realidad era distinta a la imaginada y la informada por la corona española. Solo recordemos cómo sería nuestra vida cuando las noticias del mundo, suministros de la nueva dieta del vegabajeño después de conocer la de los aborígenes tardaban tiempo en llegar, pues el único medio de comunicación era la navegación que tampoco contaba con las veloces y seguras naves del presente.
A eso súmenle la unión de la Iglesia Católica con el estado, interviniendo en el aspecto espiritual e íntimo material y usos y costumbres de los ciudadanos.

Pase de bastón o baton en alcaldía de España
En Vega Baja se celebraban por obligación los cambios en la familia de la monarquía española. Cuando moría el rey, se coronaba al otro o nacía un hijo, había que solidarizarse con los acontecimientos como parte de la lealtad que debían los puertorriqueños a los dueños de todo territorio español. Y hacer una fiesta.
Aun dentro de los primeros años del Siglo XX bajo la dominación americana, los alcaldes vegabajeños recibían un bastón como muestra de su poder y era parte de la ceremonia protocolar al estilo del protocolo del reino. Por eso se dice «pase de batón», con el nombre en inglés del instrumento que se usa para dirigir orquestas.
El Rey de España decidió finalmente sobre la muerte en la plaza pública del esclavo que se sublevó en 1848 para que sirviera de castigo ejemplar, en presencia de otros esclavos, por lo que hasta asesinato institucional hubo contra los vegabajeños.
Fueron cuatro siglos de intervención en Puerto Rico y Vega Baja. Nos concedieron algunas libertades en ese proceso colonizador, pero el control remoto nunca fue efectivo ni humano a la vista de los ojos de hoy. Por eso no me gustan las monarquías. Estas surgieron con los vencedores de guerras en los grandes territorios que los hizo dueños de la tierra y de los que habitaron en ellos. Cuando vieron la oportunidad, la insaciable sed de expandirse los hizo seguir usurpando espacios terrestres hasta que otros los frenaban o también los conquistaban.
En Vega Baja hemos tenido varios conquistadores. Posiblemente los aborígenes también fueron conquistados antes de España y Estados Unidos por otros aborígenes. No lo sabemos, pero lo sospechamos. En Inglaterra se llegó a aceptar que «The King Do No Wrong» (El rey no se equivoca) y así sus primos españoles y hasta el Papado tomó era frase arrogante y prepotente para llegar a un estado sagrado y de reverencia, mortal para el que osara desafiar el establishment.
Nuestros antepasados vegabajeños vivieron con la monarquía. Nosotros la miramos de lejos porque tenemos otro sistema político que nos rige, aunque a veces los alcaldes nos parezcan pequeños reyecitos y sus descendientes y acólitos parte de una corte del reino de los partidos políticos, también esclavizantes e injustos para los pueblos.
