
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Yo soy uno, no el único, decepcionado con la persona de Marcos Cruz Molina. Cuando hay tanto sonido negativo a su alrededor y se le ve en su rostro la marca de los conflictos internos por acompañar sus ejecutorias con hojarasca, aparecen como signos evidentes que por su bien, debe retirarse de su función pública. Hoy o más tarde un mañana cercano, será retirado involuntariamente. Y si pone distancia entre su aspiración y la realidad a la que se enfrentará, hará mas ruido y el destino será implacable con él.
Esto no es una profecía del desastre. Es como vemos la vida en todo su desarrollo. Y creo que en la vida pública, aunque sea regente y pueda revalidar, esta ya tiene su término de caducidad. Todavía tiene tiempo de morirse sin botas o con ellas puestas pues queda un sector que cree en él y que de alguna manera quisieran que pasara a la historia gloriosa de Vega Baja con una obra recordable en la percepción futura y no como el maestro del truco publicitario.
Yo creí en Marcos Cruz Molina. El ejemplo de mi fe está en el escrito que hice de él un día como hoy cuando él comenzó como alcalde. Hoy lo he insertado como un recuerdo de lo que pensaba en aquel momento. Pero hay muchos más en los que alabé su trabajo y su honestidad. Para entonces no había salido el político (algunos dicen politiquero) que surgió y que hemos conocido por sus actos. Hoy concluyo que me equivoqué desde el principio porque en mi entusiasmo soñado permanente de un Vega Baja mejor, no vi el panorama total de él.
Cuando Marcos Cruz llegó a la alcaldía dijo que las arcas estaban vacías. Pero nunca escuché que denunciara que se había gastado en año electoral más del cincuenta por ciento del presupuesto municipal que dispone la ley. Y es cierto que se dejaron deudas y demandas por la mala administración de Edgar Santana Rivera que no pudieron ser trabajadas efectivamente en el escaso año en que su sucesor, Iván Hernández González fue alcalde de Vega Baja.
El alcalde Marcos Cruz hizo lo que hacen los demás políticos. Dijo que no hay nada y que por eso no se puede hacer nada, para quitarse la presión de la gente en sus demandas a la primera fuente de empleos, servicios y bienes para los ciudadanos. De paso, «marcó» el camino de su estrategia política, que sería apretar en años post electorales y aflojar en años electorales. Por eso este año electoral de 2024 lo vemos repartiendo y demostrando falsamente que tiene un gobierno que «hace obra», cuando en realidad es parte de una campaña orquestada y políticamente inteligente para impresionar al electorado.
Ayer publicó otro engaño más que sólo lo ha sacado en año electoral. Se titula Borrador del Plan de Recuperación Municipal. Como borrador, no es oficial y no sabemos cuántas enmiendas traerá cuando se apruebe finalmente. Es un trabajo con el propósito del autobombo a que nos ha acostumbrado por estos últimos once años. Y pide lo que nunca pide, que es la opinión de todos, como si su gobierno no hubiera sido autocrático hasta ahora y le importaran mil carajos* lo que los demás opinen.
Lo único verdadero que no vamos a sufrir, por la veda electoral, es su cara retocada en esta publicación ni el mensaje insípido e intrascendente que acostumbra empujar en cada publicación del Gobierno Municipal para satisfacer su ego. Ese último invento del «borrador» suena bien, será bonito, parecerá organizado, inteligente y apetecible mentalmente, pero solo la realidad de la vacuidad, la selección discriminada y la negligencia administrativa es lo que aun no ha presentado, como debería en un acto de honestidad personal, poner al servicio de su campaña política con fondos públicos del gobierno municipal como acostumbra.
No es auténtico, como mucho de lo que hace. Lo sé y lo he aprendido porque fui uno de los que creí en Marcos Cruz Molina y he visto y me ha dolido su transformación.
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*Perdonen la frase con esa palabra que suena grosera, pero está aceptada por la Real Academia Española y aunque suena fea, no encontré una sustituta suficientemente intensa para describir la indiferencia ha mostrado quien escribo. Es mas o menos lo que dijo el Gobernador Alejandro García Padilla con el «No me Vale».
*un carajo
1. loc. adv. malson. Muy poco o nada. Me importa un carajo. U. t. c. loc. pronom. No vale un carajo.
2. loc. interj. malson. U. para denotar negación o rechazo.
