
Fernandito Alvarez: El más Vegabajeño
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
(Publicado originalmente el 7 de febrero de 2010 en el Diario Vegabajeño de Puerto Rico)
La última vez que tuve el honor de ver a Fernandito Alvarez en tarima fue en una actividad del Gobierno Municipal de Vega Baja en los últimos tiempos del alcalde Luis Meléndez Cano. Luisito siempre lo puso en la agenda del Municipio y hasta le dedicó una Avenida y un Parque con un monumento a su obra.
En el show tenía una banqueta donde descansaba de vez en cuando. Se
levantaba para hacer primera o segunda voz en las canciones tradicionales que le hicieron famoso, algunas de las cuales se le olvidaban, posiblemente por su incipiente padecimiento de Alzheimer. A su lado, tenía unos excelentes compañeros del Trío Vegabajeño que le “apuntaban” al oído o le hacían señas con los ojos y las manos para que él quedara bien frente al escenario frente a sus compueblanos.
Ayudado por su práctica y costumbre ante los escenarios, se mantuvo erguido lo más que pudo, reía a ratos de sus propios olvidos, pero lo hizo perfectamente para los que estábamos allí, que lo vimos en mejor condición física anteriormente aunque conscientes de su avanzada edad. Por su esfuerzo en darnos un buen rato, le aplaudimos todo lo que pudimos.
Disfrutamos de esa última actuación en el segundo piso del Teatro América hasta su última canción, la cual consiste de dos estrofas repetidas con un ritmo pegajoso con la que siempre terminaba sus presentaciones: “Punto, todo se acabó…”. Estábamos consientes de que ese lugar fue uno de los escenarios de Vega Baja y del mundo que le dieron gloria por su inconfundible afinada y potente voz y presentíamos que como esa canción decía, ya Fernandito no estaría brindando de nuevo su talento.
Nacimos y nos criamos conociendo y celebrando la historia de la familia de Fernandito. Fernando Alvarez Lomba proviene de una familia de hacedores de cultura y expresión en esta ciudad. Su abuelo fue Don Salomón Alvarez Domenech, quien fue la primera persona que tuvo una imprenta en Vega Baja y precursor de ideas liberales en tiempos de mucho prejuicio institucional y social.
A mi juicio, fue quien tuvo las primeras herramientas públicas para proclamar el vegabajeñismo. Su padre, Agustín Alvarez Rodríguez fue un escritor costumbrista, periodista y defensor de la cultura vegabajeña que desde los doce años sorprendía con sus dotes de orador. A su muerte, mi padre le dedicó varios de sus escritos y un reportaje en el desparecido semanario TAINO. Brígida Alvarez Rodríguez, su tía, también es reconocida como la primer mujer perteneciente a la Asamblea Municipal, feminista y aportadora a la educación de los vegabajeños. Un edificio escolar lleva su nombre, al que en su inauguración en la década de 1940, Fernandito participó cantando.
Nació en 6 de mayo de 1914, en nuestro pueblo. Tuvo varios hermanos, algunos de los cuales le han precedido, aunque le sobreviven otros. Deja dos hijos y a su fallecimiento, tenía hasta biznietos. Hacía pocos años que había dejado de cantar, por padecimiento de Alzheimer, natural en su persona, a poco tiempo de cumplir una centuria.
La historia de su obra en vida ha sido escrita por historiadores puertorriqueños en varios libros y revistas. En nuestra ciudad, aparece en «Vega Baja, su historia y su cultura». También, han sido innumerables las entrevistas radiales y de televisión que conocemos y recordamos donde de su propia voz hemos conocido los orígenes de su afición por el canto. Al principio siguió la ola del tango gardeliano, posteriormente surge el trío original en el Campamento Tortuguero que en el programa radial de aficionados de Rafael Quiñones Vidal se le puso el nombre de «Trío Vegabajeño».
Es claro que en el proceso de la historia del trío hay aportaciones de muchas personas como los músicos, compositores, pero al final él, como vegabajeño, creó la tradición y siguió con el blasón de un cognomento que para muchos podría ser poca cosa mencionar que viene de un pueblo costero entre setenta y ocho otros más de una isla perdida en el mundo. Pero su trío fue modelo en Puerto Rico como lo que fue Los Panchos en México, por lo que logró el reconocimiento en Puerto Rico, latinoamérica y Estados Unidos.
Fernandito Alvarez es el más vegabajeño porque realiza su transición personal dejando una obra que nos pone de manera positiva en el mapa de la historia puertorriqueña y del mundo. Hemos dicho antes que ser vegabajeño es un sentimiento. !Que más sentimiento que honrar a sus iguales proclamando su origen!
Pero ahí no queda el balance de su vida. En el Trío Vegabajeño coincidieron músicos de distintos pueblos y su repertorio incluía no solamente las composiciones románticas y cortavenas que le hicieron famoso, sino también las patrióticas e históricas como En Mi Viejo San Juan que cantó, la del Regimiento 65 Infantería que acompañó y la de Tragedia de Viernes Santo, las de música campesina, las navideñas y las tradicionales. !Con razón se le llama el Trío Nacional!
Todo buen puertorriqueño y buen vegabajeño conoce a Fernandito Alvarez y celebra su vida, porque le brindó a nuestros antecesores y a nosotros un sentido de pertenencia dentro del mundo de las artes. Los homenajes que recibió, a mi juicio, nunca fueron suficientes. Pero tenemos oportunidad de rectificar y hacerle un homenaje permanente a esta importante persona, que fue la más destacada y reconocida durante la mayor parte del Siglo XX, como ninguna otra, dentro del firmamento de los vegabajeños auténticos.
Es un buen momento para reflexionar. Recibamos a Fernandito en el Teatro América y acompañémoslo a su residencia permanente futura de la Carretera 155 con el mismo amor que él puso en sus interpretaciones. Agradezcámosle su obsesión por perpetuar el nombre y la bella playa de Vega Baja con su Trío Vegabajeño y su canción tema y por todo lo
demás que hizo al marcarse de por vida como vegabajeño. A ese emisario turístico y artístico de primera clase no podemos darle un tributo que no sea el reconocimiento y aplauso final por ser EL MAS VEGABAJEÑO.
