Bandera, por Dr. Eduardo Rodríguez Vázquez

Publicado por Diario Vegabajeño de Puerto Rico, 24 de diciembre de 2021.

Mensaje en ocasión del Día de la Bandera Puertorriqueña en la Escuela de Bellas Artes de Vega Baja el 22 de diciembre de 2021.

Introducción

Todos los años, la administración municipal tiene la honorable tradición de invitar a personas, especialmente vegabajeños, para que dirijan un mensaje relacionado con la justificación de la celebración del Día de la Bandera Puertorriqueña.Podemos tener diferencias sobre si este es el día apropiado para celebrar la ocasión, sobre los fundamentos y manera de celebrarla y aun sobre el pensamiento de los que hemos tenido oportunidad de expresarnos en este foro. Pero no hay duda de que esta es una oportunidad patriótica para todos y que este podio puede convertirse en salón de educación sobre nuestra historia y hasta tribuna pública para expresar posiciones o juicios sobre lo que hemos sido y lo que seremos.

Vega Baja ha sido participante en la historia de los símbolos puertorriqueños como la monoestrellada, de lo que hemos hablado anteriormente. Pero los estudios y las opiniones continúan pues es tema abierto y motivo de continua celebración. Es por eso que éste es un compromiso permanente que tenemos con los organizadores de tan noble gesta.

El invitado para dirigir el mensaje en el día de hoy es un médico especialista en cirugía de mano. Su interés por las ciencias tiene base en una familia vegabajeña, los Rodríguez Pérez, a quienes recordamos por su gran aportación a la medicina puertorriqueña y vegabajeña. Su padre era Don Jaime Rodríguez, farmacéutico quien trabajó hasta los últimos días de su vida, ya nonagenario, en su Farmacia Rodríguez ubicada en la Calle Acosta.

Su madre nació en Salinas pero es residente y ciudadana de nuestro pueblo, Doña Ligia Vázquez, catedrática universitaria, historiadora de Salinas y mujer de grandes ideales y acción. Sus dos hermanos también son médicos y la próxima generación de primos y familiares consta de muchas otras personas dedicadas a la medicina.

Eduar, como cariñosamente le llamamos, es un ser híbrido en sus manifestaciones humanas, quizás producto de la unión de sus perfectos padres donde la ciencia y las artes se unieron. Es un gran médico, donde ha llegado a ser Presidente de su agrupación, pero también ha presidido instituciones correspondientes al mundo de las ciencias auxiliares de la historia como la numismática y la filatelia. Es también un amante de la pintura.

Actualmente trabaja su profesión desde Bayamón pero alterna su preciado tiempo como Presidente de la Junta de Directores del prestigioso Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. En la Escuela de la Historia Vegabajeña admiramos la labor que hace por nuestra cultura puertorriqueña pero también su constante interés por su pueblo. Tiene mucho conocimiento de nuestra historia local y ha recogido el anecdotario de sus antepasados vegabajeños desde el Siglo XIX, por lo que es un recurso imprescindible a los que pretendamos escribir o hablar este pueblo.

Anoche me llamó muy apenado porque hubiera querido estar entre nosotros, pero una circunstancia de fuerza mayor le impide desplazarse en estos momentos de pandemia. Lo entendimos y excusamos, pero le agradecemos su generosidad de que nos haya hecho llegar mediante correo electrónico el mensaje que hubiera dado de llegar a compartir personalmente.

Thomas Jimmy Rosario Martínez

Bandera

El día de hoy, 22 de diciembre, que conmemoramos el día de la bandera puertorriqueña es, en realidad, el día de la adopción de la bandera de Puerto Rico, presentada en Nueva York por Juan de la Mata Terreforte a los miembros de la sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario cubano en 1895.

La bandera fue creada el 11 de junio de 1892 por el prócer nacionalista manatieño, Antonio Vélez Alvarado. El investigador principal del origen y la creación de la bandera puertorriqueña y el biógrafo de la figura del patriota Vélez Alvarado ha sido el antropólogo, arqueólogo e historiador, el Dr. Ovidio Dávila Dávila. El Dr. Dávila en el 1996 publica un ensayo titulado “El centenario de la adopción de la bandera de Puerto Rico diseñada por don Antonio Vélez Alvarado 1895-1895” que fue auspiciado por la Sociedad Numismática de Puerto Rico.

Unos años más tarde, en el 2001, asistimos a un congreso sobre el dr. Ramón Emeterio Betances que se celebró en el Centro de Estudios Martianos en La Habana, donde yo hablé sobre el Dr. Ramón Emeterio Betancea: Médico y Científico y el Dr. Dávila presentó un ensayo añadiendo datos desconocidos sobre la figura de Vélez Alvarado, creador de nuestra bandera. Actualmente, tiene un libro en preparación sobre la vida y la obra de Vélez Alvarado y sobre la bandera puertorriqueña, investigación que ha llevado a cabo por más de cuatro décadas y que esperamos salga a la luz en el 2022 cuando celebraremos los 130 años de la creación de la bandera.

En la página 12 del ensayo sobre Don Antonio Vélez Alvarado el Dr. Dávila menciona: “Ese mismo día —el 11 de junio de 1892—, Antonio Vélez Alvarado se encontraba en su apartamento, localizado en el número 219 de la calle 23, a poca distancia de sus oficinas en el llamado “Consulado de Puerto Rico”.

Conforme al testimonio del prócer manatieño, en la pared de su cuarto colgaba una bandera de Cuba, la cual se puso a contemplar, por unos instantes, buscando descansar la vista. Al cambiar súbitamente la mirada, Vélez Alvarado experimentó una ilusión óptica provocada —según él interpretó— como por un “raro daltonismo”, en la que percibió que el triángulo rojo de la bandera se había tornado azul, y rojas las franjas azules.

Cautivado por la imagen percibida de un triángulo azul con la estrella blanca y unas franjas rojas —que consideró pudiera ser el diseño ideal para que fuera la bandera de Puerto Rico—, Vélez Alvarado sale inmediatamente hacia la botica de su amigo Domingo Peraza, donde adquiere papeles de seda en los tres colores. De regreso en su habitación, pacientemente corta los papeles blancos, rojos y azules, y con ellos confecciona el primer modelo de una bandera para Puerto Rico basada en la inversión de los colores de la de Cuba.20

Pocos días más tarde, en la casa de hospedajes de su vecina, la puertorriqueña doña Micaela Dalmau viuda de Carreras, quien vivía en el número 221 de la calle 23, Vélez Alvarado ofrece una cena y velada para la cual José Martí es especialmente invitado. A la misma concurren, entre otros, Sotero Figueroa, “Pachín” Marín, José Sanavia [Sanabria], y el joven poeta boricua Manuel Soler y Martorell. Vélez Alvarado aprovecha la ocasión para enseñarle a Martí la propuesta bandera de Puerto Rico que fuera confeccionada en tela de seda por doña Micaela, siguiendo el modelo ideado por él. José Martí contempla la bandera, mientras Vélez Alvarado le explica cómo le surgió la idea. Es en esa ocasión que Martí le imparte su aprobación [como Delegado del Partido Revolucionario Cubano] a la nueva bandera.21

En consecuencia, desde ese día Cuba y Puerto Rico, hermanados en sus sacrificios y luchas comunes, tendrán sus respectivos pabellones basados en un mismo patrón. Es, entonces, cuando doña Micaela se sienta al piano para interpretar, a modo de celebración, el himno de los puertorriqueños, La Borinqueña, con la letra revolucionaria inspirada por el “dulce Bardo del Tanamá” —que era como le llamaba Vélez Alvarado a “Pachín” Marín—, la cual es entonada a coro por todos los presentes.22 Más adelante, Martí publicaría en Patria (2 de julio de 1892) una crónica en la que describiría, emotivamente, lo acontecido en aquella inolvidable velada.

Veamos lo que consignó para la historia el Héroe de Dos Ríos: Ayer, hace unos cuantos días, nos daba de comer, bajo los dos pabellones [subrayado nuestro] Antonio Vélez Alvarado. Vivimos unas cuantas horas, que es mucho decir en estos destierros. ¡Qué canciones sentidas las de Francisco Marín! ¡Qué pelea de versos la de Soler y Sanavia! ¡qué tristeza, como de esclavitud, la de la tonada que llaman “lágrimas y suspiros”! ¡qué juntarse, en aquellos cariños, la décima de Cuba, el aguinaldo puertorriqueño, la perica venezolana! Y para decirnos adiós, la anciana de los setenta años, vestida de blanco y blancos los cabellos, se sentó al piano a tocarnos el himno del país, la danza compuesta por un español, la danza con que acaba una feliz comedia de Sotero Figueroa: La Borinqueña. ¡Los versos, llenos a amor a Cuba, suenan a llamada! La hija al pie del piano, apuntaba en voz baja los versos, la anciana, con rigor juvenil, apoyaba las notas bravías, prolongaba las notas de queja.

De pronto; vuelta al coro respetuoso que la veía; fijos con extraordinaria luz, los ojos encendidos, clavando en el piano las notas, repitió el verso valiente, y dejó vibrando las teclas; el verso que venía con voz de mando de aquellos labios trémulos. “¡No más esclavos queremos ser!”23

Poco después, Antonio Vélez Alvarado le remite a Betances, en París, el modelo de la bandera de Puerto Rico que él había confeccionado en papel de seda, junto a una carta en la que le explicaba el origen de la enseña. La contestación de Betances fue típica de su carácter y temperamento: “Lo primordial es conseguir la independencia, después cualquier trapo serviría de bandera”.24 Esta reacción del Padre de la Patria Puertorriqueña habría de inspirar al “hombre de generosidad y fuego” —como Martí caracterizó a Francisco Gonzalo Marín—, a escribir y publicar, poco más tarde, en la Gaceta del Pueblo, un poema que tituló, precisamente, “El Trapo”, cuya dedicatoria reza: A Puerto Rico.

En esta creación lírica, el poeta y mártir arecibeño dramatiza el hecho de que Puerto Rico es “un pueblo que no tiene bandera” — lo que nos confirma que la de Lares no fue nunca considerada como pabellón nacional—, y que será, cuando éste se “lance al campo del honor”, es decir, a la lucha armada por su libertad, que entonces tomará “un lienzo al azar”, y “al teñirlo con su sangre” verá como se convierte en el “trapo”, o bandera de Puerto Rico, que “asombre a todo el mundo”.25El “trapo” al que se refirió el padre de la patria, el Dr. Ramón Emeterio Betances, se convirtió en la bandera de la nación puertorriqueña.

El Dr. Dávila nos menciona ahora que nuestra bandera es:“un emblema, una enseña, un pendón o pabellón nacional ya consagrado en la historia por la sangre vertida, por las vidas ofrendadas y por el valor y el sacrificio de héroes y mártires de una patria, muchos de ellos habiendo purgado largas sentencias de prisión por honrarla, defenderla y enarbolarla en alto, no puede ser objeto de modificaciones y alteraciones en cuanto a su forma, elementos de diseño ni colores, respondiendo al osado capricho de sectas, partidos políticos ni por arrogante y presumido atrevimiento de persona alguna. Eso se llama: profanación!! La Bandera de la Patria no es una camisa, no es una corbata, no es una prenda de vestir o calzar, no es el pelo, ni son las uñas, a los cuales, por mero gusto, por puro capricho, o por impulsivo antojo, podemos ponernos u ostentar en los colores y en la forma en que nos venga en gana.”

“La Bandera de la Patria es un emblema, es un símbolo con el cual no se juega y no se trastoca así, porque sí. Una bandera es un pendón, es un símbolo de tela que tiene el objeto de flamear izada en una asta, esto es, en una lanza de guerra. Su objetivo es representar e ir flotando en alto, flameando al frente, de las huestes de defensa, de los centinelas, como imagen representativo de la patria. Es algo muy serio, y no un trapo de relajo, que se puede alterar y modificar indecorosa y simplemente porque a alguien le viene en gana, faltándole así el respeto a su historia y a los que por ella han caído honrándola con su sangre.»Cualquier alteración de un símbolo nacional es una falta de respeto.El Dr. Ovidio Dávila se ha dedicado a recopilar cientos de imágenes históricas en su página de Facebook (https://www.facebook.com/media/set/…) para corroborar los colores de nuestra bandera y el color del triángulo de la bandera:el azul turquí.

Ahí encontrarán:“imágenes ―gráficas, fotográficas y documentales― que aportan, sustentan, prueban y demuestran la realidad histórica de los verdaderos colores de la bandera puertorriqueña. . . . Todo lo presentado ahí constituye evidencia gráfica, material, tangible, irrefutable, incuestionable, corroborable y fidedigna. Esto no es cuestión de opiniones o interpretaciones, ha emplazado a quien desee refutar esta contundente, auténtica y aplastante evidencia visual, y que presente (si es que existe) «el otro lado de la moneda», esto es, imágenes antiguas e históricas de la bandera de Puerto Rico en color «azul celeste» o mejor conocido como el «baby blue» del melonismo colonizado.” La realidad es que todavía nadie ha podido refutar sus planteamientos”

El 16 de septiembre de 1898, Ramón Emeterio Betances falleció en París. Su entierro fue humilde y laico, según lo había pedido antes de su fallecimiento. También, pidió ser trasladado a Puerto Rico envuelto en su bandera…

Así se escribe la Historia Patria: con evidencia y con verdad demostrada.…

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