Carta de Carlos M. Ayes Suárez (1959-2024) a la Legislatura Municipal solicitando que se defina la política cultural del Gobierno Municipal de Vega Baja (2018)

12 de abril de 2018.

Honorables legisladores municipales.

     Afirmaba el historiador italiano Arnaldo Momigliano que “La historia de la historiografía, como cualquiera otra investigación histórica, tiene el propósito de discernir entre verdad y falsedad. Como un tipo de historia intelectual que se propone examinar las realizaciones de un historiador, tiene que distinguir entre soluciones de problemas históricos que no convencen y soluciones (hipótesis, modelos, tipos ideales) que vale la pena replantear y aplicar. Para escribir una historia crítica de la historiografía es preciso conocer tanto a los autores que uno estudia como el material histórico que estudiaron.”

     Pese al hecho de que en nuestro pueblo proliferaron los “historiadores de bronce” desde el siglo pasado, fue el Sr. Luis de la Rosa Martínez nuestro primer historiador académico y cuyo interés en educar a los vegabajeños sobre su historia incidió en la publicación de diversos trabajos de investigación sobre la historia general del pueblo y sobre aspectos tan importantes como es la historia de la instrucción pública desde el nombramiento de Don José María Saavedra como el primer maestro vegabajeño.

     Le tocó al Sr. Luis de la Rosa Martínez investigar por primera vez las circunstancias de los inicios de Vega Baja como centro urbano concluyendo que solo existían datos circunstanciales en distintos documentos que sugerían que el pueblo había sido fundado en el año de 1776. Esa conclusión sirvió de justificación a la conmemoración del bicentenario del pueblo por el Gobierno Municipal de Vega Baja. Desde entonces, han transcurrido más de 40 años sin que los hallazgos del historiador fueran revisados. Tampoco en su investigación encontramos una explicación del proceso mediante el cual se estructuró el territorio que hoy comprende el término municipal de Vega Baja.

     Al iniciar nuestra investigación sobre la historia de Vega Baja como parte de nuestros estudios doctorales, teníamos en mente que los hallazgos del Sr. Luis de la Rosa Martínez sobre los orígenes del pueblo no eran convincentes y valía la pena, entonces, para citar a Momigliano replantear el tema y aplicar nuevas técnicas de investigación  para explicar la estructuración territorial del pueblo. Para llevar a cabo nuestra investigación no solo usamos las fuentes primarias y secundarias que los historiadores que nos precedieron habían consultado si no que recurrimos al auxilio de otras ciencias históricas tales como la arqueología, la antropología, la etnología y la etnografía. De hecho, antes de comenzar mis estudios en historia contaba con una formación académica en antropología y arqueología de Puerto Rico y el Caribe.

     Toda vez que la historia es revisionista, llevamos a cabo una minuciosa revisión de los datos históricos publicados sobre Vega Baja mediante un esfuerzo multidisciplinario guiados por el materialismo histórico como teoría de investigación. Si bien es cierto que muchos historiadores entienden que el historiador no necesita una teoría para llevar a cabo su trabajo de búsqueda de la verdad, entiendo que es en el desarrollo de las fuerzas productivas que se dan las contradicciones y las luchas de clase que inciden en la transformación de la sociedad.

     Aunque resulta indiscutible que la historia es un entrelazamiento de eventos donde se correlacionan las fuerzas productivas, también es cierto que hay acontecimientos específicos definitorios del ethos como resultan ser para el pueblo vegabajeño la autorización de fundar el pueblo mediante Real Cédula de 1779 y la delimitación definitoria del territorio en su extensión actual en el año de 1847. Muchos otros acontecimientos anteriores y posteriores contribuirían a la definición del sentido de vegabajeñismo que nos define.

     El patrimonio cultural de un pueblo entraña tanto el producto tangible como intangible del quehacer cotidiano del pueblo. A través de los años le hemos prestado mayor atención a la conservación de los bienes patrimoniales tangibles. Por eso es que se estableció una Zona Histórica en el pueblo y ha habido diversos esfuerzos por establecer museos para la conservación de parte de dicho patrimonio. Sin embargo, pese al hecho de que demostramos un gran aprecio por nuestro patrimonio intangible, como resultan ser nuestras costumbres, tradiciones y folklore, el mismo no ha sido valorado de la misma forma que nuestro patrimonio tangible.

     Aunque la cultura es dinámica y no deja de cambiar ni un solo instante, encontramos en nuestras manifestaciones musicales, indistintamente del carácter industrial de la producción discográfica o la difusión comercial, una de las áreas donde observamos una marcada tendencia a la conservación de dicho patrimonio. Por eso es que nuestra comunidad atesora la música del Trío Vegabajeño y todavía encontramos personas escuchando asiduamente canciones cuya música fue popular durante sus años de crianza como parte de una memorabilia nostálgica por el pasado. Estas y otras manifestaciones culturales no solo nos definen como pueblo sino que forman parte del patrimonio tanto tangible como intangible de la humanidad. 

     Todo esto nos lleva a concluir que necesitamos de una iniciativa tanto del sector público como del privado para delinear una política cultural donde no solo se estudien las manifestaciones culturales de nuestro pueblo si no que se conserve lo que se pueda conservar y se difunda su contenido como parte de un esfuerzo de valorización de lo nuestro que bien podría contribuir al desarrollo económico de nuestra comunidad.

     Es dentro de dicho esquema que se organiza la Escuela de la Historia de Vega Baja. Sin embargo, esta gesta tiene que desarrollarse de forma paralela mediante colaboración con las iniciativas de otros sectores de la población. La cultura no puede seguir siendo valorada como un área de gastos superfluos porque se ha demostrado a la saciedad como parte de infinidad de esfuerzos internacionales que es una inversión que contribuye al desarrollo económico a través del turismo ya sea internacional o doméstico. El turismo cultural combinado con el turismo médico, de naturaleza y de aventura podría representar una iniciativa de inversión económica tan necesaria en estos momentos donde nuestra economía sufre de decrecimiento y de estrechez.

     Queremos contribuir a dicho desarrollo. Pero necesitamos que se defina una política cultural a nivel municipal que permita dirigir los esfuerzos individuales de la comunidad de forma coherente sin pretender legislar a espaldas de la comunidad. En estos momentos estamos trabajando en una propuesta de desarrollo cultural para nuestro pueblo la cual esperamos se pueda implementar luego de formalizar los acuerdos con el Gobierno Municipal de Vega Baja. Estamos convencidos de que podemos contribuir no solo al desarrollo cultural de nuestro pueblo sino a su desarrollo económico. A través de las investigaciones históricas buscamos las soluciones a los problemas históricos que están sin resolverse.

Dr. Carlos M. Ayes Suárez

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