Estructuración del poder público en Vega Baja, por Carlos M. Ayes Suárez

Dr. Carlos M. Ayes Suárez recibe el aplauso del Comité Evaluador de su tesis doctoral en el Centro para estudios de Vega Baja y el Caribe, calificada de excelente (2018)

II .Estructuración del Poder Público I.

     El fraile benedictino Agustín Iñigo Abbad y Lasierra anota sobre las prerrogativas de los Tenientes á Guerra eran las siguientes. “Todos los pueblos de la Isla tienen un juez nombrado por el gobernador, con título de teniente á guerra: a éste pertenece el gobierno de su pueblo, según la instrucción y órdenes del gobernador”.[1] Entre las prerrogativas del cargo se encontraba la intervención de éste como juez en todos los juicios por delitos menores “hasta recibir la sumaria”.[2] De hecho, donde no existía nombrado un escribano, el Teniente á Guerra tenía también que ejercer dichas funciones.[3]


Los Tenientes á Guerra

La designación de Don Fernando Manuel de la Escalera y Rubla como Teniente y capitán a guerra de “la rivera de Toa, boca de Sibuco y puerto de Cerro Gordo” [4] a finales del Siglo XVII no solo representa el nombramiento de la primera autoridad militar para la región donde en la actualidad se ubica el Municipio de Vega Baja, sino que evidencia que no había gente viviendo en comarca para esa época. La designación de éste respondió al hecho de que se estaban registrando actividades de contrabando en la región y “…por rezelos quesetenian de una esquadra de enemigos queavia pasado aaquellos mares y piratas queynfestaban aquellas costas…”

Tal parece que durante la tercera década del Siglo XVIII la situación no había cambiado mucho desde el punto de vista demográfico, cuando el 13 de junio de 1720, Don Pedro Montañez y Lugo[5] redacta el “Memorial de los vecinos de la rivera de la vega y de lo que cada uno a de dar para el bien comun de la fabrica de la casa del pasaje de Palo Seco”.[6] Éste mantenía lazos de parentesco por afinidad con de la Escalera y Rubla. Las contribuciones de los 20 vecinos enlistados oscilan entre los 4 a los 16 reales. Entre ellos debieron haber figurado los dueños de las estancias de Cabo Carigua (Cabo Caribe) y de los hatos y criaderos de los Cerritos. Los vecinos identificados por sus rangos militares posiblemente formaron parte de las Milicias Urbanas del Partido de Arecibo. Por otro lado, resulta de particular interés la mención del Padre Vivas como parte de los contribuyentes.

La Tenencia á Guerra como parte del territorio del Partido de Manatí: 1733-1768.

     Resulta obvio que posterior al Memorial de Don Pedro Montañez y Lugo que el territorio donde se fundaría el pueblo de La Vega estaba comprendido dentro de la jurisdicción del Partido de Manatí. Desde la designación inicial de Don Pedro Menéndez de Valdés como primer Teniente á Guerra del Partido de Manatí en 1733, hasta la separación definitiva del Partido de la Vega en 1768, el territorio vegano estuvo bajo la autoridad militar de los Tenientes á Guerra manatieños.

     De hecho, Don Manuel de Santiago Maldonado Hernández, quien posiblemente ocupó el cargo de Teniente á Guerra de Manatí entre los años de 1745 y 1749, mantenía una estancia de nombre San Francisco de Asís en Cabo Caribe para el 15 de diciembre de 1763, periodo para el cual todavía no se había deslindado La Vega, según se desprende de una Capellanía de la época. El estanciero era tío materno de Don Manuel Negrón Maldonado.

     Para el mismo periodo, el 1 de septiembre de 1762,Don Joaquín de Navedo Vega[7] (1749-1763), quien posiblemente sucede a Don Manuel de Santiago Maldonado Hernández en la Tenencia á Guerra de Manatí, informa de la intención expresa de los vecinos de la Ribera de la Vega de separarse de Manatí y cómo lo mismo podría afectar la cuota de pesa anual impuesta al partido.[8] Además informa que en la Ribera de la Vega habitaban más de 100 vecinos. Desde que se funda el Partido de la Vega Baja del Naranjal, vamos a encontrar a descendientes de éste como parte de las estructuras de poder económico y político del partido.

     Tal fue el caso también para Don Eusebio Menéndez de Valdés Rivera (1765), descendiente de Don Pedro Menéndez de Valdés y quien ocupa el cargo de Teniente á Guerra de Manatí al menos en 1765. A finales del siglo este figura como esclavista local. De hecho, el deceso de este esclavista se da el 21 de diciembre de 1796, días después del deceso de sus esclavas Lucía (28) y Josefa (40), el 3 de junio de 1796 y el 23 de agosto de 1796, respectivamente, cuando ya se había fundado el pueblo de la Vega Baja del Naranjal.    

     Posiblemente este fue sucedido en 1766 en la Tenencia á Guerra de Manatí por Don Manuel de Santana Díaz.[9] También muchos de sus descendientes formarían parte de las autoridades locales. De hecho, su familia se entrelaza por matrimonio con la familia Navedo Caraballo. El 24 de diciembre de 1768, año en que se desmembra la Ribera de la Vega de Manatí, fungía como Teniente á Guerra Don Lorenzo Manzano. En el informe sobre el deslinde preparado por Don Francisco López, se da cuenta de que éste se opuso a la segregación llevada a cabo.

La Tenencia á Guerra como parte del territorio de La Vega: 1768-1797.

     Cuando se lleva a cabo el deslinde entre la Ribera de la Vega y el Partido de Manatí, fungía como Apoderado de los vecinos de la Vega Don Francisco de los Olivos y como Teniente á Guerra del Partido de Manatí, Don Lorenzo Manzano. Pese al hecho de que la raya se fija desde el 24 de diciembre de 1768, no fue sino hasta el 19 de junio de 1775, que se funda el Partido de la Vega con Don Francisco de los Olivos como Alcalde Ordinario.

     A partir del 18 de abril de 1779, cuando mediante una Real Orden se aprueba la fundación del Partido de La Vega del Naranjal, Don Manuel Negrón Maldonado es designado para ocupar el cargo de Teniente á Guerra del nuevo pueblo. La jurisdicción de éste como autoridad militar correspondía al otrora territorio de La Vega aún después de haberse formalizado la fundación de La Vega del Naranjal. Dicho conflicto jurisdiccional parece haberse resuelto cuando se establece la raya entre ambos pueblos en 1797.

     Ahora bien, aún no se han identificado los alcaldes ordinarios que debieron haber sucedido a Don Francisco de los Olivos en la poltrona municipal de La Vega de Espinosa previo a la separación administrativa entre ambos centros urbanos. Sería conveniente considerar la posibilidad de que dicho espacio administrativo fuese ocupado por los Sargentos Mayores de las Milicias Urbanas. Tal y como hemos sugerido para el caso de La Vega del Naranjal después del retiro de Don Manuel Negrón Maldonado como Teniente á Guerra.


[1] Abbad y Lasierra, Fray Agustín Íñigo. Ob. Cit. Páginas 147-148. El fraile benedictino Agustín Iñigo Abbad y Lasierra anota sobre las prerrogativas de los Tenientes á Guerra eran las siguientes. “Todos los pueblos de la Isla tienen un juez nombrado por el gobernador, con título de teniente á guerra: a éste pertenece el gobierno de su pueblo, según la instrucción y órdenes del gobernador. Su principal encargo es tener arregladas las compañías de milicias urbanas, que se componen de todos los vecinos que no están alistados en las milicias disciplinadas; poner un cuerpo de guardia de dichos urbanos en la cárcel pública del pueblo y otra en la vigía que tienen en la costa para celar las deserciones de los esclavos, evitar contrabandos, limpiar los caminos, llevar las órdenes y pliegos de un pueblo a otro, conducir los presos a la Capital y dar parte de ella de lo que ocurre en sus respectivos distritos.

     También pertenece al teniente a guerra cobrar los derechos sobre las tierras, el salario del cura, hacer pagar las deudas, que no excedan de 50 pesos y actuar en todas las causas, hasta recibir la sumaria y en estos casos hace de juez y escribano. En ausencia del teniente a guerra, el sargento mayor substituye sus veces; ambos llevan bastón, que es el distintivo de su empleo.

     Tiene facultad de citar el pueblo a juntas generales, repartir a cada vecino la prorrata que le corresponde pagar para el salario del cura, para la fábrica de la iglesia, para el cuartel de milicias o cárcel pública…y así cada vecino exhibe la cota que le señala el teniente a guerra para subvenir a las cargas concejiles, en que suele haber notables fraudes.”

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Burset Flores, Luis Rafael. Reflexiones en torno a la donación de terrenos y el repartimiento de solares en el nuevo pueblo de El Barrero, 1814. En HIRO: Revista de los Historiadores de la Región Oriental de Puerto Rico. Número 1, 2014. Páginas 11-21. Relación de los servicios del Capitán de Ynfantería española Dn. Ferndo. Manl. de la escalera. Dre. 31 de 1707. AGI, Indiferente 137, N. 4. 

[5] Don Pedro Montañez y Lugo era sobrino del cónyuge de Don Fernando Manuel de la Escalera y Rubla. Juan de la Escalera Montañez, hijo de Don Fernando y Doña Francisca, obtuvo del Cabildo de San Juan junto a Domingo Negrón terrenos en el Criadero de Algarrobo el 27 de mayo de 1744.

[6] “memorial de los vecinos  de la rivera de la vega y de lo que cada uno a de dar para el bien común de la fábrica de la casa del pasaje de Palo Seco. Memorial de don Pedro Montañés y Lugo, 13 de junio de 1720. AGI, Escribanía de Cámara 129 A.”

[7] Don Joaquín de Navedo Vega era oriundo de Lugar de Pamanes, Burgos; y contrajo matrimonio con Doña Isabel Tapia Cabeza de Vaca en San Juan el 1 de marzo de 1730. Ella era oriunda de Villa de Cohín, Málaga. Su hijo Don Joaquín de Navedo Tapia contrajo matrimonio con Doña María Teresa Caraballo de la Vega, quien era hija de Don Manuel Caraballo del Olmo y Doña Angela María de la Vega. De acuerdo a un Censo del 16 de febrero de 1756, este matrimonio tenía propiedades en Sabana Seca y Cabo Caribe cuando todavía el territorio conformaba parte del Partido de Manatí. 

[8]Autos originales de la demolición del Hato y Criadero de Manaty avajo, y reparto de su terreno para establecimiento de labranzas sin perjuicio de la annual peza. Año de 1762. Fondo G.E. Sección A.C.P. Asiento Tribunal de Gobierno 1751-1824. Caja 187. 1 de septiembre de 1762. Folio 13.

[9] Don Manuel de Santana Díaz era hijo de Don Lorenzo y Doña Ana, ambos oriundos de Viruega, España. Contrajo matrimonio en Arecibo el 20 de agosto de 1746 con la arecibeña Doña Antonia Colón Menéndez. Su hijo Don Jacinto Bacilio contrae matrimonio con Doña María Nicolasa Navedo Caraballo.

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