Origen de la política en Vega Baja, por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Fray Iñigo Abbad y Lasierra

La historia de los partidos políticos en Vega Baja debe comenzar con la historia de nuestros aborígenes, pero es tema para otro día.

Las contiendas que dejan huella hasta nuestros días se crearon bajo la colonia e incidieron en la fundación de Vega Baja, lo que Fray Iñigo Abbad y La Sierra perpetúa en sus memorias cuando escribe que «los pleitos que han ocurrido sobre la elección del sitio entre los Mulatos, Vegas, Bonillas y Negrones, no han permitido formalizarla». De hecho, esta frase se refiere a una región más grande que incluía la Vega Alta, la cual se formaliza y funda primero que Vega Baja. Sabemos que hubo personas de apellido Vega, Bonilla y Negrón en esta etapa de nuestra historia, pero creemos que Mulato no debe ser un apellido de familia sino tal vez de un grupo de personas que así se identificaban, tal vez por su mezcla racial.

La memoria de Abbad y La Sierra llamada «Historia Geográfica, Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico» [1] fue publicada originalmente en 1788 y luego con anotaciones de José Julián Acosta en 1866. No es una historia confiable desde el punto de vista documental, porque se escribió principalmente a base de fuentes secundarias, pero como secretario del obispo Manuel Jiméndez Pérez en Puerto Rico tuvo acceso a información real e histórica y también caminó por nuestros lugares en forma presencial. En 1788 tuvo que abandonar la isla, acusado de usurero, falsificador de la marca de esclavos, «promotor principal de la perturbación pública» y «seductor y perturbador de los tribunales»

En el Estudio Introductorio del profesor Gervasio L. García a la edición de 2002 de Doce Calles [2] de la obra del fraile, se cita al gobernador Joseph Dufresne: «como este monje tiene la confianza del Prelado se hace temible en el Pueblo, este enreda y recoge los chismes e impresiona de tal suerte a su Obispo que nunca cesa el cuento, la crítica y la discordia, sembrándole especies que la fomenten, y en una palabra se hace despótico en la Casa Episcopal para tomar la voz, dirigir providencias, y sacudir al gobierno». A pesar de las acusaciones y su absolución en un cargo relacionado con un esclavo, oportunamente fue nombrado Obispo de Barbastro de Tarragona, en España.

Carlos M. Ayes Suárez ha escrito lo siguiente [3]: «Entre 1776 y 1777 el fraile benedictino Agustín Iñigo Abbad y Lassierra lleva a cabo una descripción del territorio durante su visita pastoral pormenorizando la descripción del Hato de Marismilla y las condiciones generales que prevalecían en la población; particularmente en lo referente a las condiciones económicas de los lugareños.[1] De igual interés resultan ser los datos provistos por el fraile sobre los vastos depósitos de arena silícea que observó a lado y lado del Camino Real de camino a la Ribera de la Vega desde el pueblo de Manatí. Las marismas o ciénagas son descritas en los siguientes términos:

“Después de la ribera de Toa Baja hacia el noroeste hay una llanura de tres leguas, que llaman las Marismas, la cual en tiempo de lluvias se inunda con las aguas que bajan de una cordillera de cerros que corren a su mediodía, y como no tienen salida por estar el terreno levantado en su circunferencia, se van extendiendo las aguas hasta formar una laguna de dos o tres leguas, la cual necesitan vadear todos los que van o  vienen de la Ciudad por esta banda del norte de la Isla con grande trabajo y no poco peligro. Entonces se ven sobre las aguas multitud de garzas, miguelillos, zaramullos, gallaretas y otras aves acuatiles, hasta que pasada la estación de las lluvias llega a secarse y queda una pradería vistosa, llena de abundantes pastos adonde salen los ganados de los bosques a pasar la noche, volviéndose de día a buscar abrigo contra los ardores del sol en la sombra de los árboles.”

     Observa el religioso que tanto en Marismilla como en “el territorio de Arenas Blancas” se criaba ganado en grandes cantidades. El religioso veía dicha práctica agrícola con desdén y hace énfasis en “…la calidad y buena disposición de la tierra para la siembra de frutos…”. De hecho, presenta una lista de los árboles frutales que observó en la región durante su recorrido, aunque no informa sobre si se sembraban hortalizas y farináceos. Resulta de interés su mención de la siembra de árboles de naranjos (chinas) toda vez que el uso posterior de Villa del Naranjal como cognomento del Partido de Vega Baja sugiere el énfasis en la siembra de dicha fruta durante dicho periodo.

     Pese a la gran riqueza que representaba el ganado que se criaba en los hatos y criaderos de la región, el religioso enfatizaba en que “…los que pueblan sus riberas son de los más pobres de la Isla…”  Contradictoriamente comenta sobre el Hato de Marismilla lo siguiente.

“Toda esta llanura y sus inmediaciones pertenecen a un solo dueño, con algunos miles de cabezas de ganado de todas especies, que se crían en ellas, que en otras manos seria mucha riqueza; pero a este poseedor no han podido extraerlo de la obscuridad y pobreza.” 

 Escribe el historiador Luis de la Rosa Martínez que «como producto de los conflictos señalados por Fray Iñigo Abbad, se fueron organizando dos centros urbanos, y de ahí, que el Teniente a Guerra se refiriera a Las Vegas en prural y no a La Vega» [4]

Hemos de aceptar que en Vega Baja, como en muchos otros lugares de Puerto Rico y del mundo, cuando no existían partidos políticos a los cuales acreditar por la diversidad de opiniones y acciones, había clanes familiares o dueños poderosos que constituían la fuerza para atraer la atención oficial a su lugar de interés, para que se estableciera un pueblo, como nos pasó en Vega Alta y en Vega Baja.

Como el nuevo lugar tendría una identidad política distinta a la de donde salía, es menester pensar que el primer interés de individualizar el control del gobierno municipal surge desde su propio orígen, como pueblo, en la segunda mitad del Siglo XVIII, bajo el coloniaje de España.


[1] Fray Iñigo Abbad y La Sierra, Historia Geográfica, Civil y Natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico anotada en la parte histórica y continuada en la estadística y económica de José Julián de Acosta y Calbo, Estudio Introductorio por Gervasio L. García, Doce Calles, 2002.

[2] Abbad y Lasierra, Fray Agustín Iñigo. Historia Geográfica, Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Estudio preliminar de Isabel Gutiérrez del Arroyo. Editorial Universitaria. Río Piedras. 1979. 320 páginas.                          

[3] Carlos M. Ayes Suárez, Historia del pueblo de Vega Baja: 1768-1847. (Tesis Doctoral en Centro de Estudios de Puerto Rico y del Caribe), 2022.

[4] Luis de la Rosa Martínez, Vega Baja, su historia y su cultura, Gobierno Municipal de Vega Baja, 1987, pág. 61

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