Jorge Otero Barreto, el héroe vegabajeño

Foto Robert Rivera

Pot Thomas Jimmy Rosario Martínez

Jorge y yo hablamos en muchas ocasiones. El me brindó mucha información de su vida porque tenía un gran sentido de la importancia de la historia. Algunos detalles cierran mi boca para siempre, otros los diré, pues me pidió confidencialidad hasta después de su muerte, acontecida recientemente.

Al igual que todos nosotros, el vivió varias etapas en su vida coetáneas a la épocas del mundo. A vista de pájaro, podemos decir que es el vegabajeño que más reflejó con su sentir y su conducta los anteriores tiempos en que la sociedad tuvo su manera de valoral ciertas actuaciones humanas.

En Vega Baja perteneció a una familia de contacto íntimo con la sociedad. En el pueblo chiquito de antes, todos conocían a «Jorge Bello», como le decían, según él, «por ser bonito». Antes de ser un hombre famoso en todo el mundo, participó en la vida social local. Aunque nunca me lo confirmó, uno de sus hermanos me dijo que había pertenecido junto a otro hermano y él a la Banda Municipal de Vega Baja. También participó en actividades deportivas. En el ámbito académico, logró estudios universitarios.

Fue reclutado por el ejército de Estados Unidos de América y tuvo que abandonar sus sueños de estudiar medicina, como me contó. Al momento que escribo no recuerdo si fue voluntario o como consecuencia del srvicio militar obligatorio. Su misión entonces fue con el ejército americano y particularmente, en el hostil escenario de la guerra en Vietnam. Allí hizo un trabajo heroico en el que por razones obvias de un ambiente de supervivencia, tuvo sus dificultades personales y con sus superiores que no entendían lo que ellos experimentaban sobre el terreno. Pero es reconocido por su persistencia, su valentía y su inteligencia en el desempeño de su función individual y de trabajo como líder de su escuadra. Su experiencia le permitió aumentar sus sentidos de visión, olfato, audición e intuición.

Su regreso a la «civilización» fue un conflicto continuo. Como nos contó, violó leyes, siguió con su actitud ofensiva y defensiva del teatro de guerra y afectó a su esposa y sus hijos con una conducta violenta, amenazante y agresiva. No era el Jorge que se fue un día a servir al ejército, era el hombre bueno que traía cicatrices, que en su corazón y su alma solo había la inmediatez del momento, hasta rechazado aun por los que había obedecido como pieza inferior del poder gubernamental que superaba sus propios instintos y proceder.

Es reconocido el mal que le hizo esa intervención política a los ciudadanos de esa época. Fue una guerra que se perdió porque nunca se debió llegar a ella, pero los poderes en los gobiernos se mueven de acuerdo a la economía de fabricación armamentista, que es una de las razones en que se decide «qué van a hacer los ciudadanos por su patria». Jorge fue una víctima de decisiones equivocadas, pero a pesar de eso, se le reconoció valores de servicio no sólo por el sistema militar al que fue fiel y responsable, sino por su pueblo, en varias instancias.

Con su experiencia, Jorge organizó y luchó por los militares que sirvieron y fueron despreciados u obliterados por el sistema injusto y discriminatorio de veteranía y copensación. Estuvo en dos organizaciones principales en las que trabajó hasta que hubo relevo, después de muchos años. Fue consistente y responsable con cientos de veteranos que ayudó a recibir servicios, pensiones y compensaciones.

Paralelo a ese servicio a sus iguales, dedicó su tiempo junto a otros colaboradores para fomentar el deporte de baloncesto entre los niños y jóvenes. Aunque el dice que eso le ayudó a él en su recuperación del desastre emocional que vivió en la guerra, le permitió entender las penurias del servicio que rindió y lo llevó a una relativa cordura sicológica.

Como consecuencia de ese servicio al deporte, fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte Vega Baja Melao Melao en 2018. Recuerdo que cuando se lo comunicamos no quería aceptar el honor, pero insistimos en que era merecedor de ese reconocimiento porque los niños de entonces tenían el vivo recuerdo de la dedicación de su tiempo a ellos y era el momento preciso para que viviera esa experiencia en que Vega Baja, una vez más y en forma distinta, pudiera honrarlo. Mily Navedo y Carmen Otero le ayudaron a conciliar esa aceptación del homenaje a su actuación deportiva.

Esa noche lució un uniforme de gala y pudo hablar para la audiencia. Hubo quienes no pudieron entender por desconocimiento el concepto más alto que tiene la institución de honrar el deporte en todas sus facetas, incluyendo la de promotor, pero es uno de los seleccionados más apreciados que nos correspondió exaltar porque implicaba una reivindicación adicional al de dedicarle una sala por su servicio militar e incluirlo a pocos pasos también al Salón de los Inmortales del Deporte Vegabajeño.

He visto muchos escritos sobre Jorge Otero Barreto, incluyendo la importante revista nacional The American Legion. Pero ninguna recoge la integridad de su vida como el trabajo que hizo otra vegabajeña, la jóven Franchesca L. Rivera Santana en su trabajo de investigación para la Universitá Telematica Pegaso en Italia. Su tema fue nuestro héroe de guerra y de sociedad Jorge Otero Barreto y se titula «Jorge Otero Barreto: Diferentes facetas de la trayectoria del Rambo Puertorriqueño». La diferencia es que este es un estudio íntimo, en la tranquilidad de su hogar y en la reflexión libre, donde hay detalles sobre su transformación personal, familiar, comunal y hasta nacional. Como opiné a la autora, el mismo debe publicarse.

Jorge Otero me dijo que no le gustaba que le dijeran «El Rambo Puertorriqueño» porque Rambo era un personaje ficticio de película y que él era de verdad. Ciertamente, aunque ambos son similares, de hecho, parece un libreto hecho para él en el tema de su adaptación cuando vino del teatro de guerra. Porque dice la leyenda urbana que él andaba con las orejas de sus víctimas como si fuera un llavero y él me dijo que donde quiera formaba una trifulca.

Lo que el vivió en realidad no fue ese personaje de cinco entregas de Hollywood con el famoso Sylvester Stallone, pero su existencia supera por mucho esa fantasía.

Vega Baja es un pueblo afortunado de tener en su memoria este héroe que pudo haber descansado de sus heridas físicas y emocionales en la anonimidad o en un grupo íntimo y selecto de su selección. Pero no. Con la inercia de un corredor continuó sirviendo a sus pares de ese mundo militar y se convirtió por sus aportaciones, en el héroe vegabajeño.

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