Reelección

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

La elección de un funcionario público no lo reivindica de los errores que haya cometido en una incumbencia anterior. Sólo el pueblo le ha dado permiso para una nueva contratación por cuatro años más.

Nadie es perfecto. Algunos cometen excesos, insuficiencias y actuaciones que en la percepción no están claras o no son buenas, pero no todo constituye una razón suficiente para impedir que el funcionario siga trabajando por otro término.

Los ciudadanos, motivados por sus juicios y prejuicios a veces aumentan su nivel de aceptación de la conducta de los funcionarios o realmente perciben lo negativo de los errores, pero esos juicios no siempre son suficientes para no permitirle que continúe en el cargo. De hecho, a veces cuenta lo mejor que ha hecho sobre lo peor, o las personas que estuvieron disponibles para el mismo cargo en la oposición de otros partidos que al compararlos, se prefiere un mal menos malo.

Algunos tienen ángeles protectores que los protegen. Me refiero a personas de la comunidad que le brindan lealtad a los incumbentes y que con su liderato ayudan a que se mantenga una imagen positiva del candidato a repetir en el cargo.

No obstante, hay líneas que nunca el candidato debe pasar para evitar que el aprecio de un pueblo se quiebre. La pedrada para su caída podrá venir de cualquier lado, incluyendo de los que profesaron su confianza.

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