EV| Lugares Vegabajeños: Lo invito a nuestros lugares de paz, por Diosdado Cano Rodríguez (2014)

Diosdado Cano Rodríguez

Diario Vegabajeño de Puerto Rico, 3 de junio de 2014

Saludos Vecinos,

Nuestro pueblo tiene unos lugares que son remansos de paz, natural, mística (venida de Dios), entre los rumores únicos de la naturaleza, en tono y contenido endémicos de su espacio y tiempo.

Un viaje a nuestro interior.

Recuerdo que ultima vez que fui a la India a visitar un compadre que tengo allá, me contó un de esas historias tradicionales que se pierden en el tiempo. Me dijo, que antes de antes, todos éramos dioses. Si con dioses con minúscula. Pero los dioses de la tierra, nosotros encarnados no abocamos a los placeres temporales enervadores de la maldad y las pasiones inherentes. Los dioses del cielo al ver tanta maldad incontrolable de nosotros Dioses encarnados, se decidieron quitarnos los poderes divinos. Pensaron,

¿En qué lugar esconderían esos poderes para que los “dioses de la tierra” disminuidos a seres humanos mortales, no los pudieran encontrar. Pensaron esconderlos en el centro de la tierra o en el fondo del mar o en el cielo, pero argumentaron entre ellos que a todos esos lugares el ser humano llegaría eventualmente. Así que decidieron esconderlos donde menos el ser humano buscaría.

Y los pusieron en nuestro corazón y mente.

Y allí están los poderes para mejorar al único que usted, si desea, puede mejorar. A usted mismo.

Claro, es un mito de la tradición oral de la India.

Epíteto el filósofo griego que vivió entre los siglos 1 -2, nos dice el libro “Máximas de Epíteto” escrito por sus discípulos, pues ni Cristo Jesús, ni Sócrates, ni el Buda, ni Diógenes, ni Tales, ni Empédocles entre otros sabios, nunca escribieron nada.

Pues Epíteto decía que todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otra no. Lo que depende de nosotros son lo que nos gusta o no, nuestros pensamientos y nuestras acciones.

1) Un lugar natural solitario para pensar.

2) Usted y vida como centro y tema.

3) Ajustar cambios en usted y su proyecto de vida.

Nuestro tiempo de vida casi siempre lo pasamos entre los demás y dedicamos nuestra existencia para y en fusión de los demás.

Pero llegamos a ser originalmente solos y nos iremos de aquí solos, pues aun en los accidentes masivos y los suicidios masivos cada va solo.

¿Pero cuanto tiempo nos dedicamos a la introspección y evaluación de nosotros para nosotros?

Cristo, Buda, Mahoma y otros seres especiales sacaban tiempo para ellos. Y viajar a su interior y meditar. Meditación sobre su función en esta vida desde ellos mismos y no como seguidores de nada y de nadie.

Lo invito, vaya a uno de esos lugares, un día en la semana, solo, y esté o camine por sus senderos.

Apunte en un papel lo que tiene que hacer luego. Y olvídese.

Apague el Celular.

Respire los aromas del campo, los sonidos del monte que son la voz del ambiente natural. Y piense que ha hecho de su vida. Recuerde los que amo y se fueron y sienta la alegría que los tubo y que de ellos aprendió el amor desinteresado. Llore si lo ayuda, sin tener que dar explicaciones. Siéntase uno con el entorno del que vinimos y al que nuestro cuerpo físico regresará.

Vaya a la Laguna Tortuguero o al sector “El 13” de Vega Baja.

Sin prisa. Solo. Sin ataduras, ni  preocupaciones. Búsquese a sí mismo. Lo mejor de usted mismo. No eval a nadie más. Pues nadie puede corregir a nadie. Ni piense en lo que pudo haber sido y no fue. Ni en las cosas inertes, que hoy son suyas y mañana no. Total que lo único que tenemos y nos pertenecen son nuestros pensamiento. Lo demás es ajeno y a veces si acaso  somos usufructuarios a lo sumo.

Aquí le dejo estas dos poesías de (Robert Lee Frost (March 26, 1874 – January 29, 1963) was an American poet.),que me recuerda lo que digo y sugiero.

 Acquainted with the night

I have been one acquainted with the night.
I have walked out in rain—and back in rain.
I have outwalked the furthest city light.

I have looked down the saddest city lane.
I have passed by the watchman on his beat
And dropped my eyes, unwilling to explain.

I have stood still and stopped the sound of feet
When far away an interrupted cry
Came over houses from another street,

But not to call me back or say good-bye;
And further still at an unearthly height,
One luminary clock against the sky

Proclaimed the time was neither wrong nor right.
I have been one acquainted with the night.

RF.

“Stopping by Woods on a Snowy Evening”

Whose woods these are I think I know.
His house is in the village, though;
He will not see me stopping here
To watch his woods fill up with snow.

My little horse must think it queer  
To stop without a farmhouse near
Between the woods and frozen lake
The darkest evening of the year.

He gives his harness bells a shake
To ask if there is some mistake.
The only other sounds the sweep
Of easy wind and downy flake.

The woods are lovely, dark, and deep,
But I have promises to keep,
And miles to go before I sleep,
And miles to go before I sleep.

RF.

  Autor del artículo, Diosdado Cano Rodríguez, MAED, MPA, vegabajeño.

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