
Marcos Aurelio, el emperador romano y filósofo estoico, abogaba por la virtud, la rectitud y el servicio al bien común. Desde esta perspectiva, es probable que Marcos Aurelio condenara enérgicamente el soborno político. En sus escritos, como en «Meditaciones», enfatiza la importancia de actuar con justicia y honestidad, y considera que el servicio público debe ser desinteresado y guiado por principios éticos.
En la visión estoica, la corrupción y el soborno socavan la virtud y la armonía social. Marcos Aurelio probablemente consideraría que el soborno político es una manifestación de la falta de autocontrol y la búsqueda egoísta de poder y riqueza, lo cual es incompatible con la sabiduría y la virtud.
Por lo tanto, es razonable suponer que Marcos Aurelio vería el soborno político como un acto profundamente inmoral que corrompe tanto a los que lo ofrecen como a los que lo aceptan, y que debilita la cohesión social y la estabilidad del Estado. Su filosofía estaría en línea con la idea de que los líderes deben ser modelos de integridad y servicio desinteresado para el bienestar de todos los ciudadanos.
