
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Para los tiempos de la celebración del bicentenario de Vega Baja el historiador Luis de la Rosa Martínez me hablaba maravillas de un jóven curioso por la cultura de Puerto Rico, mayormente interesado en la prehistoria.
No quiero juzgar, pero creo que su interés nació de su creencia en los valores politicos de Puerto Rico y la asociación que se hace del amor por la patria y la idea de la independencia por Puerto Rico. O pudo ser al revés. De cualquier manera, las conexiones maravillosas de nuestro primer historiador vegabajeño llevaron a Carlos a un mar de relaciones con personas del más alto conocimiento en los aborígenes como Ovidio Dávila, que fue su mentor y Ricardo Alegría, entre otros. Estos le inculcaron el interés por el estudio sistemático y luego por la preparación académica.
Siempre tuve una amistad incondicional para Carlos, pero ante su fallecimiento no puedo hablar de eso, sino de la obra de hechos e intelectual que deja en su ausencia. Aun hay una maravillosa entrevista que le hizo el aficionado a la historia, comerciante y politico Edwin (Win) Marrero que no ha visto la luz, donde resume su historia personal, sus batallas y sus logros. Esa se hizo en su hogar, coordinada por mi, donde podremos verlo con una colcha para cubrir su cuerpo desnudo que no tenía otra manera de vestir por el crecimiento mórbido.
Mi cercanía a Carlos de siempre quedó interrumpida por razones desconocidas, pero supongo que no ha sido por él o por mi. La última vez que hablé por teléfono con él quedé en ir al otro día con Gascot Berthinet, a quien él tenía deseos de ver, pero cuando llegamos y busqué la llave de la casa en el lugar usual donde la escondían, porque el estaba generalmente solo, la llave no estaba. Lo llamamos por teléfono varias veces y no lo conseguimos. Me dicen los demás compañeros de la Escuela de la Historia Vegabajeña que nunca más volvieron a tener comunicación con él.
Algunos de sus amigos me han llamado para preguntarme sobre las piezas arqueológicas que el retenía de la Sociedad Sebuco como último custodio de ellas. Varias veces le acompañé a distintas exposiciones en distintos puntos de la isla. El preparaba todo, desde la transportación, identificación hasta ponerlas en vitrinas. En todos los lugares le ofrecían protección menos en Vega Baja. Incluso tratamos que el alcalde proveyera un espacio en Museo Casa Alonso con seguridad, pero por el costo no quiso que esas piezas, que tenían que ver con nuestro pasado como pueblo y aun del mismo museo donde se expondrían, terminaran en Vega Baja, que es donde debían estar.
El siempre trató de proteger nuestro patrimonio de los especuladores y del mercado negro internacional que hay para cada pieza arqueológica encontrada en Vega Baja, pero su intención, por lo menos en Vega Baja, no fue avalada desafortunadamente por la autoridad municipal. Eso le hizo pensar en traspasar todo ese patrimonio a la Universidad de Puerto Rico, cuando nos movimos a solicitar y obtuvimos un local municipal para desarrollar el Museo Antropológico Vegabajeño, su propia idea y que íbamos a desarrollar con su conocimiento y experiencia.
Carlos fue un ser pensante, acertado y equivocado en sus posiciones, pero hasta el último momento en que lo vi, conservábamos la confianza mutua en sobrevivir una amistad a pesar de las diferencias ideológicas. Me decía, en términos humorísticos, que su frustración conmigo era no haberme dado una pela en el tema de la fundación de Vega Baja, el cual el había estudiado mucho mejor que yo. Yo le contestaba un “no, gracias” porque mi interés personal era siempre estar cerca de la fuente de saber en esa parte de nuestra historial local, que era él.
Su carácter era complejo, a veces apasionado, pero nunca irracional. Desataba sus pasiones pero siempre con fundamento. Hay muchas historias que habré de compartir porque son pertinentes al desarrollo de la historiografía vegabajeña y una obra ya hecha muy importante que no se ha publicado.
En las páginas del Diario Vegabajeño de Puerto Rico, en todas sus etapas, están muchois de sus escritos politicos, sociales e históricos, donde podemos recrearnos de su talento y conocimiento. Realmente hemos perdido una figura importante de nuestra historia. Un poco olvidado por las instituciones, pero no por mi ni de los compañeros que le dimos aire a sus alas para que volara. En los próximos días, él será el mayor tema porque ya lo estoy extrañando.
Nunca debemos perder esa estrella en nuestro firmamento local.
