Los pistoleros de Marcos Cruz

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Después de las elecciones de 2005 en que el Partido Popular perdió su hegemonía por ocho años surgió El Melaíto, una publicación anónima de los empleados municipales y otros colaboradores que quedaron cuando ganó Edgar Santana la posición de alcalde y comenzaron a llegar los distintos directores, nuevos empleados y gente contratada. Algunos de esos empleados aun se creían dueños de su espacio y algunos, con posiciones ejecutivas pero empleados de carrera, fueron relegados a oficinas de menor importancia y a algunos los ponían a mirar la pared.

El nuevo gobierno municipal cometió muchos errores con su comité de odio hacia empleados populares fervientes, pero algunos de esos mismos empleados no cooperaron con la nueva administración. Recuerdo que trabajé una reubicación para la Directora de Cultura, pero ella nunca estaba conforme con lo que se le ofrecía al igual que una relacionista público que hasta saboteó la actividad de celebración sugiriendo unas tarjetas negras para la invitación y un contenido inaceptable en su contenido. La falta de un concepto de servidor público confunde a mucha gente, lo que es a veces propiciado por los jefes.

A uno de los primeros que puso en la mira El Melaíto fue a mi, escribiendo sobre mi pasado, creyendo que como había sido el Presidente del Comité de Transición y ayudaba al ejecutivo y legislativo gratuitamente, era un blanco bueno para tirotear. Cuando me separé de la administración por el incidente del 8 de septiembre cambiaron el fuego por loas y cuando empecé con el Diario Vegabajeño en mayo de 2006 citaban la publicación y mis escritos como una autoridad. Con el tiempo, El Melaito fue perdiendo interés de sus publicadores y usuarios y desapareció.

En el incidente del 8 de septiembre, ocurrido en la Legislatura Municipal, el alcalde y sus acólitos llevaron el caso hasta el fiscal de distrito para que me acusaran de agresión agrvada contra Irving Piñeiro. El puño de rebote que le dí defendiéndome de una arenga primero y luego de lo que entendí era una tentativa de agresión de Edgar Santana, envió al Asesor Financiero por unos días al Hospital Wilma Vázquez. Para los populares, yo era su héroe. Los dos legisladores del Partido Popular vinieron a felicitarme esa misma noche mientras yo esperaba en el lobby a que me vinieran a arrestar. Al otro día el incidente salió en el programa de La Comay y en El Vocero, pues los pistoleros de Edgar querían sacarme del medio, aunque nunca estuve en el medio.

Cuando fui a la oficina del fiscal, con once testigos voluntarios a mi favor, incluyendo al Presidente de la Legislatura Municipal y sin abogado, el fiscal dijo que faltaba un testigo esencial que era Edgar Santana, quien había llamado diciendo que no tenía interés en el asunto. Dijo que como fiscal él no podía permitir que la política determinara el curso de las investigaciones. Irving Piñeiro lo interrumpió y dijo que el tampoco tenía interés en el asunto. El fiscal me miró y me dijo: «Usted debe darle una excusa al señor Piñeiro, porque a base de lo que yo sé, usted le dió un cantazo fuerte que lo mandó al hospital por varios días».

Le contesté lo siguiente: «Soy abogado, conozco el derecho y renuncio a mi derecho a permanecer en silencio. Se excusa quien tiene culpa. Hubo un incidente con el alcalde donde me reclama que yo estoy hablando con los representantes de la minoría popular e independentista en la Legislatura Municipal, a los señores Ojeda y Santos y me dijo en forma amenazante que me estaba velando, apuntándome con el dedo indice de su mano derecha. La discusión siguió y por el movimiento de su mano entendí que iba a tocar mi cuerpo y con la mano derecha quise evitar el golpe pero el se retractó, en eso el Sr. Piñeiro me agarró la mano derecha y con la izquierda quise soltarme, alcanzando su cara. El puede confirmar que siempre tuve una relación cordial con él, que nunca hemos tenido una discusión y que yo lamento que se haya involucrado en el asunto entre el alcalde y yo. El se colocó en medio de una situación difícil, tal vez con buena intención que en el momento no lo detectamos, pero sufrió las consecuencias de su intervención, posiblemente bien intencionada».

El fiscal le preguntó a Piñeiro si despues de lo que dije el tenía aun interés de seguir adelante y Piñeiro dijo que no. Tuvo que firmar una declaración por escrito sobre su falta de interés y nos despacharon.

Cuando el Partido Popular llegó al poder en 1941, se creó un periódico llamado Justicia. Creo que no duró mas de nueve ediciones pero en su contenido había ataques a personas fuera del Partido Popular y aun de la colectividad, criticando hasta el mismo alcalde de ellos. El Melaíto siguió esos pasos. Ahora la persecución es por Internet. Como en los peores momentos del gobierno alemán antes y durante la Segunda Guerra Mundial, la propaganda contra los adversarios de las figuras principales, del partido y del gobierno pretendía desvalorar el esfuerzo externo de manifestar otras ideas contrarias y llegaban hasta a desprestigiar, atacar y hasta a matar a las personas, negocios y propiedades los intereses adversos. En su propia organización hicieron una purga llamada «La Noche de los Cuchillos Largos».

El Partido Popular local, confundiendo conceptos legales de partidismo y gobierno, llega al extremo en usar el gobierno municipal, controlado por los populares para atacar personas que estuvieron con la candidata popular, reteniendo la obligación de expedir una patenta municipal luego de haber cumplido todos los requisitos. La idea es que la persona, al no tenerla, se exponga a la intervención por incumplimiento como un castigo ejemplar. Eso no es solo vil, sino que quien está haciendo eso en las oficinas correspondientes, están deliquiendo. ¿Donde está el auditor municipal? Durante la pasada campaña estaba en las barras bebiendo y defendiendo al alcalde, así que no esperemos que él pueda investigar el asunto. Pero los muchachos de la Contralora andan por ahí y aunque el informe pueda ser rendido de aquí a un tiempo, es posible que antes pueda hacerse algo.

Cuando algo como eso pasa, uno se pregunta, donde están las lealtades de los que trabajan en las oficinas del Gobierno Municipal.

Los escritores anónimos, pistoleros del alcalde, están siendo descubiertos por su estilo de escribir. Maray, a falta de argumentos y de valor para estar visible me recordaste a mi madre y te lo agradezco, porque todos los recuerdos de ella han sido y son buenos. Naomi, con tus nombres ficticios atacaste a tu prima y a mi, pero no guardo rencor. Me he divertido mucho con tus ocurrencias. Tienes talento para intentar la destrucción y este es mi homenajes al darte los cinco segundos de fama. Yanira, ya te identificamos fingiendo ser una cliente inconforme de la abogada de Ocala. Se te pasó buscar un nombre real. Pistolas con fulminantes y balas de salva.

Esas mujeres y otros más son los pistoleros de Albert Brown, el alcalde de Vega Baja, como le llaman algunos, que también utiliza la imágen de una persona que en un tiempo creíamos que era buen vegabajeño pero que tomó la costumbre de guiar desde el asiento de pasajero, creador del Fourth Reich del Gobierno Municipal de Vega Baja. Esto no es una exageración, es una visión del presente que se podrá corroborar en el futuro cuando se escriba la verdadera historia de él.

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