Avance de las fuerzas productivas en el siglo XIX, por Carlos M. Ayes Suárez

La reforma agraria que se estaba estructurando con la demolición de los hatos y criaderos; y la repartición de los terrenos baldíos requería de una infraestructura vial que facilitara el transporte de mercancías como parte del esperado incremento en las actividades de producción agrícolas.

Los regidores Don Manuel Martínez y Don Juan Antonio Negrón llevan a cabo una detallada inspección de los cuerpos fluviales navegables del partido e informan el día 2 de enero de 1813, “…haver visto é inspeccionado el Rio nombrado de Sibuco que principia en el paso Rl de esta jurisdicción y en los mismos términos el de Morovis hasta su reunión en el sitio de las dos vocas, y desde allí hasta la que sale al mar, nombrada de Sibuco y observaron que sin mucho trabajo puede hacerse navegable este Rio á lo menos hasta el sitio de las dos vocas, donde podrán llegar muy bien lanchas, piraguas, botes y otros buques de igual porte, con solo quitar los balceros que hay formados en varios parajes de él, y abrir por sus costados las distancias proporcionadas para impedir que el monte, y palos caidos detengan los que se desprenden de otros sitios, y las brozas qe amontonan las avenidas, con cuya operación se conseguirá facilitar las conduciones de viveres, maderas, y otros efectos por el mar a la Capital, y reportar de allí con la misma facilidad los que se necesiten en esta Rivera.”[1]

     La existencia de extensos caños en el barrio Cabo Caribe planteó la posibilidad de que los mismos pudieran ser acondicionados también como vías acuáticas de transporte. De hecho, debido a la mayor proximidad de los caños al pueblo, su habilitación reduciría el recorrido al río Cibuco. Informan los comisionados que la distancia se reduciría a una legua o menos del río.[2]

     Tanto los “balseros” que se formaban como resultado del arrastre de escombros por las aguas del río como los “corrales de pesca”[3] instalados en la parte baja del río representaban el problema principal para el tránsito de embarcaciones. En la sesión del 4 de marzo de 1813, se observa que pese al hecho de que “…la practica corriente en la permicion de los corrales ha sido dexando franca puerta al paso de canoas balzas etc. y arrancando las estacas y cañizos para principio de mayo.”, lo cierto es que al llegar el mes de mayo los corrales no eran removidos entorpeciendo de esta manera el paso de las embarcaciones.

     Hasta ese momento, la infraestructura vial del pueblo se limitaba al Camino Real, que comunicaba la población con la Capital y con Manatí, y al camino de la costa que comunicaba con la Capital. En la misma sesión del cabildo se informa que “…varios vecinos tanto de este Partido como de fuera de el, se havían quejado de varias pasadas malas que hay en los caminos manifestando el perjuicio recivido en algunas y las desgracias que puedan acaeser, y haviéndose tratado de este asunto con la madurez que exige…se acordó comicionar y en efecto se comicionó a los Regidores precentes; al primero desde el sitio de la angostura hasta la guardarraya de Manaty; y al segundo desde la misma angostura a la guardarraya de la Vega-Alta para que reconoscan y observen todo el camino Rl y trayectoria, compocision mas presisa e indispensable…”Los mismos comisionados fueron instruidos a efectos de requerir de los mismos vecinos la ayuda voluntaria para el trabajo de reparación ya que no contaban con los fondos necesarios para hacerlo.

      La existencia de un camino en la costa se desprende de la discusión sostenida en la sesión del 1 de junio de 1813, sobre el remate del pasaje de la Boca de Cibuco.Informa el Regidor Don Manuel de Jesús Torres que Don Joaquín Marrero le había informado que se había suspendido el servicio del pasaje (ancón) de la boca del río Cibuco porque no se había podido rematar implicando lo mismo que se había interrumpidoel tránsito por el camino hacia la Capital. Además, informa que el mismo era de la posesión del Cabildo capitalino.

Don José Lorenzo de Navedo.

     En la sesión del cabildo se informa que el Regidor Don Manuel de Jesús Torres había informado “…qe Dn. Joaquin Marrero le havia participado que el pasage de voca de sibuco se hayara desamparado sin haver persona qe lo sirviese, pues aunque el vivía en aquel sitio y havia tenido su arrendamiento el trienio que espiró en fin de Diciembre ultimo no havia conseguido su remate para el presente por que ni aun postura se le admitió por no llegar con mucha distancia al último remate en el qual si hubo tanta monta fue por personalidades que le han costado bien cara; y por esta causa se haya en el dia aquel camino sin trancito, y lo que es mas chasqueandose los caminantes…”


[1] Sesión del 2 de enero de 1813.

[2] Idem. Folios 7 – 7 vlto. Mencionan los caños San Vicente, Figueroa y Camarones.

[3] Cuando Fray Agustín Iñigo Abbad y Lasierra estuvo en Puerto Rico entre 1771 y 1777 tuvo la oportunidad de ver los corrales de pesca. En la página 124 de su “Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico” hace una descripción detallada de los mismos. Abbad y Lasierra, Fray Agustín Iñigo. Ob. Cit.

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