
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Dejá Vu. Eso me parece el atentado de asesinato al Presidente Donald Trump, porque lo vivimos en la década de 1960, con el asesinato del Presidente John F. Kennedy, su hermano Robert F. Kennedy y el líder de los derechos civiles Martin Luther King. Para entonces, había una convulsión generalizada de protesta en Estados Unidos.
Todos los mencionados como fallecidos eran líderes provocadores de emociones encontradas, como Donald Trump. En la llamada guerra fría que se inició a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y que terminó con la apertura de la cortina de hierro en Alemania, el senador demócrata John Fitzgerald Kennedy se convirtió en Pesidente de los Estados Unidos de América, derrotando a Richard Nixon, quien mas tarde sería también Presidente, el único que ha renunciado a su cargo.
Kennedy tenía favorecedores y detractores. Entre sus favorecidos estaban los grupos menesterosos por pobreza y raza. Con su «traición» a los cubanos que quisieron dar un golpe de estado en Cuba al dictador Fidel Castro, se ganó el rencor de una facción de los cubanos emigrantes, lo que dicen que fue una de las causas de su atentado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Pero hubo otras razones por las que pudo haberse dado el asesinato. Hay mencionadas razones económicas, políticas, ideológicas y hasta internacionales. Se ha dicho que hasta fue una conspiración interna de funcionarios de gobierno de aquel tiempo.
De la misma manera murió Martin Luther King, cuyo asesino convicto alegó hasta el último de sus días que no había cometido el crímen en un motel de Memphis, Tennessee. El había ascendido al poder de líder entre los suyos y era una persona muy influyente en las desiciones de los gobiernos de Kennedy y luego, de Lyndon P. Johnson. Era un convocador exitoso de actividades masivas como ninguno otro en los Estados Unidos y su figura había alcanzado, como Ghandi, proporciones de aprecio internacional.
De todos esos asesinatos, el de Trump me recuerda el de Robert Francis Kennedy. Era hermano del Presidente asesinado y había ejercido como Procurador General de Justicia y Senador. Tenía la enemistad de la sociedad blanca organizada por su defensa de la negritud americana, de la mafia obrera y de otros grupos y personas que representaban trancas al progreso social y desarrollo de derechos humanos a los ciudadanos. En el Hotel Ambassador de Los Angeles, California, luego de anunciar que había ganado las primarias demócratas para Presidente de Estados Unidos, fue asesinado por un inmigrante palestino, Sirhan B. Sirhan, por odio político como intención.
Aunque en las noticias no se ha dicho, el candidato era el padre del ahora candidato independiente a Presidente, Robert F. Kennedy, Jr. Falleció en junio de 1968 y ahora Trump sufre este atentado en julio de 2024, 56 años después. Este evento es lo mas cercano a un atentado a un candidato a Presidente.
Todos estos sucesos cambiaron el curso de la historia. En Vega Baja, ha habido atentados políticos, como el de Lino Padrón Rivera, en su hogar, cuando fue disparado por desconocidos. Como sobreviviente, se reenfocó en para dejar un legado permanente de obra en el obrerismo y los derechos civiles y constitucionales, aparte de servir a su patria y muy en especial al pueblo adoptivo de Vega Baja que en vida y después de la muerte, le reconoció sus aportaciones.
Las personas de acción que optan por el servicio público corren el riesgo de andar entre dos aguas, siendo la peligrosa la de los que no lo apoyan, porque a veces los quieren tumbar literalmente. En el caso de Trump, el que atentó contra su vida, es inexplicablemente un republicano registrado. Comoquiera, todo político y persona pública está sujeto a estos vaivenes y aguanta con valor o se quita por su propia seguridad. Trump tiene posturas extremas en muchas instancias, como la del derecho a adquirir armas de fuego, irónicamente ahora afectado por un jóven con un rifle quien se cargó en el proceso a otro muerto y un herido grave, además de herir al Presidente.
Como en los casos que he mencionado, esto cambia la historia. En 1968, el Partido Demócrata perdió y subió al poder Richard Nixon, el que estaba en la rueda de abajo en 1960 y quien luego volvió a perder en 1962 cuando se postuló para gobernador de California. Por casualidad o causalidad «Tricky Dikie», como le llamaban sus detractores, estuvo en la mañana del día en que mataron a Kennedy precisamente en el lugar del asesinato de Dallas, Texas, en una gestión como abogado de una empresa de refrescos.
Odio es odio. Como la reciente campaña del alcalde Marcos Cruz contra todo el que estuviera en su contra. La candidata, empleados municipales que no estuvieran con él y hasta los que opinaran en su contra. Las consecuencias de ese odio generado ha tenido ya efecto en empleados municipales despedidos y en una persecusión institucional tipo carpeteo ideológico, lo que está prohibido.
Cuidado con seguir ese camino equivocado. Los vientos huracanados, después del espacio de la calma, cambian de dirección y tumban lo que los otros vientos dejaron flojo.
