La inmediatez como forma de administrar en Vega Baja, por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

En tiempos de política, es usual defender y atacar a los gobernadores incumbentes por su éxito en varios aspectos, como la habilidad administrativa, el servicio a los ciudadanos y lograr hacer obras visibles y tangentes.

La realidad siempre es aparente, la percepción hace más efecto en nuestra mente que cuando explicamos con evidencia, hechos y fundamentos las cosas logradas. Un alcalde como Marcos Cruz conoce esa regla y tiende a explotar a su favor político la idea, más que lo que crea o hace. Esto permite que haya siempre distintas opiniones entre lo que ha hecho, lo que dice que ha hecho, lo que promete y lo que cumple.

La consecusión de las ideas es el norte perceptivo del ciudadano elector. La importancia o grandeza de esos logros es lo que guía al elector libre para una decisión razonada. Nada vale tratar de convencer al fanático, que es presa de sus juicios o prejuicios a favor de uno u otro candidato. Esos mantienen o atrasan el progreso de los pueblos, a veces por intereses personales, por lo que es necesario que cada uno de nosotros mueva su criterio fijo a valorar en su justa perspectiva quiénes nos pueden servir para administrar mejor no solo nuestro pueblo, sino la nación cultural y la política y hasta el resto del mundo. ¿Es eso posible con solo un voto? Si. Las decisiones electorales necesitan votos individuales para convertirse en mayoría y un solo voto, como se ha demostrado en el pasado, puede cambiar el destino de un pueblo.

Otras preguntas sin conjeturas: ¿Qué clase de administración ha tenido Vega Baja? ¿Qué clase de administrador ha sido Marcos Cruz Molina?

Para que la percepción sea adecuada, los políticos incumbentes utilizan tradicionalmente su obra como referente. A esa obra le suman los medios de publicidad y personas de carne y hueso para propagar su verdad y a veces para encubrir sus deficiencias. A esto le suman frases convencionales para avivar el interés y el reconocimiento y nuevas promesas.

En Manatí, el alcalde Juan Aubín Cruz Manzano era un alcalde que se reconocía como uno de obras faraónicas. En sus discursos, siempre exageraba la magnitud de todo lo que iba a hacer para provocar el entusiasmo y eso le valió durante su carrera política para prevalecer por números no debatibles y hasta permanentes en toda su incumbencia. Llamamos obras faraónicas a la construcción de edificios y lugares visiblemente grandes que a la vista impresionen, como se hacía en Egipto durante la regencia de los faraones.

El problema que tenía y que aprendió nuestro pasado alcalde Edgar Santana, que trabajó con él y fue su inmediato mentor político, es que nunca entendió que el presupuesto municipal no era ilimitado ni permanente y tenía que hacer ajustes continuos y viajes a la Fortaleza, Asamblea Legislativa y al gobierno federal para completar fondos para su próximo año fiscal. Recordaremos que Bin dejó incompleto por falta de fondos el Coliseo que lleva el nombre de su hijo y que la empresa municipal de la producción de piñas tuvo sus problemas legales. En Manatí, todo era grande, al igual que en Guaynabo que quisieron cambiar su nombre al rimbombante Guaynabo City y la policía municipal a Guaynabo Police. Lo que nunca pudieron cambiar fue el nombre aborígen del lugar.

El gobierno municipal de Vega Baja, por la hechura de Marcos Cruz Molina, no es de obras faraónicas, sino de servicio a la inmediatez. El alcalde se ha ocupado como dicen los comerciantes, del «menudo» y hasta ha justificado esta manera de gobernar echando culpas a otros de que las obras como la Casa Alcaldía, Parque Atlético y Cancha Moisés Navedo no se terminen después de gran parte de la última década. En el Parque Atlético llegó al extremo de decir que un buen jugador no necesita de un parque para triunfar, ¿en serio?

Para el tiempo que ha pasado, ya el casco del pueblo debería haberse revitalizado y construido los edificios afectados, pero sigue en la misma monotonía en que lo dejaron desde los tiempos de Luis Meléndez Cano, cuando los nuevos centros comerciales hicieron quebrar la economía de los comerciantes e industriales tradicionales.

Hay que darle crédito al actual alcalde por el mantenimiento de algunas estructuras presentes y por haber terminado el Centro de Bellas Artes. Pero hay otros lugares que son solo materia muerta que el tiempo solo lo hace inservible y solo reconstruible como nuevo. Esa es la consecuencia de que el tiempo pase.

El servir a la inmediatez o al «menudo» le permite un contacto directo con el pueblo. Los medios que explota como Vega Baja Te Informa le sirven de vehículo al que mira de lejos. Pero ver las caras y sentir el agradecimiento directo de los ciudadanos se transmite en votos a su favor, hasta que nuevas propuestas electorales puedan cuestionar el atraso relativo de nuestro pueblo, sin excusas ni dilaciones.

Debido a que la economía gubernamental en general se está contrayendo, la socialización que practica el actual alcalde no podrá replicarse a partir de enero de 2025. Tiene que reinventarse, si quiere que el pueblo reciba todo el esfuerzo de una administración sana y eficiente. Sus promesas para el futuro no se sostendrán solo con la diversidad de lo que pudiera haber hecho y demostrado. Mucho de eso ya no estará en el futuro inmediato.

La inmediatez no es mala, pero una buena administración trabaja eficientemente con todas las maneras de administrar y obtener logros. Vega Baja necesita nuevos paradigmas. La manera de administrar actualmente ya es obsoleta.

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