Muy limitado el programa de reciclaje en Vega Baja

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

El llamado programa de reciclaje en realidad no lo es pues el producto de este recogido termina en el vertedero como el resto de los desperdicios sólidos y no ha aumentado significativamente en más comunidades desde que se creó el mismo.

En la realidad, muy pocas comunidades hay donde se recoge y se depositan aparte los materiales que se permiten en los drones anaranjados. Esto contrasta con una población que conoce el proyecto y que desearía unirse para clasificar y poner a disposición en forma ordenada sus excesos de basura.

El problema de la disposición de la basura en Vega Baja ha sido atendido desde los principios en que los primeros habitantes poblaron nuestra región. Parte de los hallazgos que se han realizado sobre los aborígenes, se han encontrado en basureros donde hay remanentes de huesos y artefactos que describen las costumbres de lo que ingerían y cómo destinaban sus lugares para la materia que eventualmente se descomponía.

Ellos no tenían los problemas de nuestra civilización, porque no había productos adicionales que tardaran en descomponerse como le pasa generalmente a la materia. Para entonces no habían aceites, grasas, compuestos ni sustancias contaminantes perecederas.

En 1971 hice un estudio sobre cómo se disponía históricamente de la basura en Vega Baja. Los residentes generalmente la quemaban en sus casas, pero el humo que se producía obligó en un momento a prohibirlo por el gobierno municipal. Otros hacían hoyos o la tiraban por pozos en desuso. Eso contaminaba las aguas subterráneas, por lo que se creó depósitos comunes para que todos echaran sus basuras particulares en lugares específicos.

Entre los documentos municipales, encontré un anuncio de una compañía americana de carruaje para recoger basuras tirado por caballos. No he podido corroborar si alguna vez se llegó a adquirir o a usarlo. Hace alrededor de una centuria, se creó una ordenanza municipal en nuestro pueblo regulando la disposición de basura, la cual su mantuvo vigente por varias décadas.

Luego se creó el «Basurero de Río Abajo» que por la frecuencia conque se incendiaba le cambiaron el nombre popular a «Crematorio de La Trocha». Este fue cerrado y por la alta contaminación con metales peligrosos, se confinó, se rellenó y se tiene en observación por un tiempo prolongado en el cual se prohíbe toda clase de actividad de seres humano. En parte del lugar se creó una comunidad, Brisas del Rosario, donde algunos de sus solares fueron tratados por ser potencialmente nocivos.

Finalmente se estableció el vertedero al norte de Vega Baja donde se puede apreciar una montaña que alteró la topografía original, cerca de la costa y del río Cibuco. No fue una buena idea pero parece que fue la única que durante la administración de Luis Meléndez Cano pudo establecerse para atender el problema colectivo de los vegabajeños.

La historia de la disposición de basuras de Vega Baja está ligado a muchas luchas relacionadas a la salud, ambiente y sanidad pero también al pillaje político. Esas son historias para otras ocasiones. Por el momento conformémosnos con saber que el reciclaje en Vega Baja -como en todo Puerto Rico- es un asunto de percepción política, de uso de recursos económicos para un barril que no tiene fondo y que nos deja casi en el mismo lugar, donde hay más costumbre por decir que se hace algo, que en lo que realmente beneficia al pueblo.

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