
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
En Vega Baja y en Puerto Rico hay reticencia a participar en los colegios electorales representando partidos políticos. Les pasa a todos. En los municipios penepés y populares la negativa es menor, porque como en Vega Baja, condicionan el «favor» de permitirle trabajar a cambio de horas de trabajo oficiales por asistir en las actividades de la campaña del alcalde Marcos Cruz Molina y de servir en alguna forma el día de las elecciones.
El problema surge, que en estos tiempos, los electores entienden que no hay porqué ser leal a un partido que no ha sido fiel a ellos. El criterio independiente está ahora por encima del criterio de las colectividades. El lodo que trajo la conducta corrupta y perjudicial de los políticos ha cosechado estas tomentas.
El problema es que la democracia pudiera no estar adecuadamente representada en las próximas elecciones. Los partidos de mayor afluencia de voluntarios pudieran, como ha pasado otras veces, robarse las elecciones.
Los que han trabajado antes no quieren sacrificar días de orientación y participación en favor de otros que serán los que obtendrán eventualmente los puestos y cargos remunerados. Esto ocurre porque los partidos ya dejaron de ejercer una actividad religiosa de fe. Todos sabemos que las promesas no se cumplen. Los políticos incumbentes solo quieren volver a ganar para explicar de otra manera los mismos problemas que no pudieron resolver y los nuevos candidatos se sientan en una mesa a elaborar planes fantásticos e incoherentes para el pueblo. Y siempre habrá una otredad a quien culpar cuando no se logra el cometido.
No veo otra alternativa que el que se considere el arrendamiento de servicios prestados con remuneración a todos los que trabajen en los partidos aunque sea parcialmente, comenzando por el día de las elecciones. Eso implica la confección de una nómina especial y de buscar o reasignar recursos económicos para ello en adición a consultar a la Junta Reguladora.
Veo como una oportunidad de redirigir fondos de los partidos que ahora se gastan en las campañas multimillonarias, a veces con mensajes insípidos y sin contenido real y dar una oportunidad real a los que aun creen en las colectividades como fuerza democrática de ideales.
Si no se hace algo por la legislatura de este país para fomentar el respaldo retribuído de los electores en un proceso en que corre tanto dinero, solo veo a los acaudalados presentarse a las elecciones como candidatos, derrotando la oportunidad del pueblo a participar de este y futuros eventos cuatrienales.
