La política en Vega Baja hasta 1967, por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Fotos por Thomas (Jimmy) Rosario Flores

Fuente: La política en Vega Baja: Apuntes para su historia, Vega Baja, su historia y su cultura (1987). Publicado en Archivo Virtual Vegabajeño el 24 de enero de 2023

Historia y Política

Previo al recuento histórico que nos propo­nemos realizar en este trabajo, es menester deli­mitar aquello que vamos a exponer a continua­ción. Sabemos que el término política tiene varias acepciones, y que en nuestros tiempos, en nuestro Puerto Rico y en nuestro Vega Baja, donde la política es la comida diaria de todos, al concepto puede dársele otra connotación y parecer nosotros subjetivos.

Pero nuestra pretensión sincera, al preparar este escrito no ha sido la de analizar el pasado histórico de Vega Baja. Ni siquiera nos hemos de­tenido a calcular “tiempo igual” a las tendencias contemporáneas ni a los líderes que nos dirigen. La historia está ahí, en la mente de cada uno de nosotros por la tradición oral o por las crónicas que hemos estudiado, por la experiencia y aven­tura ajena, por nuestro recuerdo o por nuestra participación.

El análisis, claro está, necesita la informa­ción, el dato. Y lamentablemente, sobre historia política local pocos se atreven a escribir, salvo que sea a favor de la ideología y las ideas que se ostentan. Es un tema del que todos hablan, pero pocos escriben. Nadie quiere dejar constancia de lo que piensa, por si las cosas cambian, que no se lo estruje el adversario.

Un análisis requiere algo más que recopilar la información política. Se necesita más infor­mación, menos prejuicios, muchos colaboradores técnicos y otros de agudeza intelectual para po­der entender cada momento vivido en su justa perspectiva. Hace falta además un dominio com­pleto de las ciencias políticas, de la historia mun­dial, insular y local y de la filosofía. Habría que tener el espíritu aventurero de la juventud y la seriedad y honestidad que caracteriza a la mayor parte de los ancianos.

En fin, necesitaríamos contar con más capa­cidad de la que tenemos, estar menos enamora­dos de nuestro pueblo y ser distinto a lo que he­mos sido y lo que somos.

Nuestra historia política no ha alcanzado la trascendencia que tiene la historia de una nación ni los historiadores de Puerto Rico le han encontrado distinto interés que al de los demás pueblos de la Isla. Aunque muchos de los hom­bres y mujeres que se criaron en esta tierra o salieron de Vega Baja con la preparación inicial para destacarse en la política insular, no se les recuerda como productos de aquí, lo cierto es que aquí anduvieron sus primeros pasos, aqui leyeron sus primeros libros, y en gran parte de los casos, aquí escucharon el primer discurso político.

Pero la política no la hace el pueblo, sino los políticos. Es casi seguro que lo hermoso de nuestros paisajes costeros o montañosos atrajera distinguidos puertorriqueños a Vega Baja, pero lo que hicieron nuestros hombres por nuestra gente y nuestro pueblo es lo que realmente im­porta de la política, y eso, precisamente, es lo que nos proponemos traer en esta monografía.

En muchas ocasiones, el dato histórico no estuvo disponible, en otros casos discriminamos entre cientos de libros, documentos e informa­ciones de todo tipo para elaborar estos apuntes dentro de las limitaciones de espacio que se nos anunciaron. Y aunque con ello queremos signifi­car que esta no es una historia completa, nos complace la sincera esperanza de que ha de ser punto de partida para motivar estudios sobre este tema y sobre otros de la historia de Vega Baja.

Primera parte: Indígenas, colonizadores y fundación

La verdadera historia política de Vega Baja debe partir del marco geográfico en que se desen­volvió el hombre dentro de sus relaciones con los demás congéneres. Como sabemos que el indíge­na borinqueño tenía una organización social y unas estructuras de naturaleza política, tenemos que especular que en nuestra patria chica hubo política desde la llegada del aborigen.

Debemos pensar que los primeros locales es­tablecieron su orden cultural y social a las orillas del Río Cibuco (antes de hondo calado y mayor fluidez). Luego pudo haber sido en el área de Vega Baja donde el Conquistador Ponce de León recibió dos muestras del oro de la región de ma­nos del Cacique Guacabó, como un regalo diplo­mático a un visitante extranjero de manos de un jefe o delegado de un estado (¿política internacional?). Y si nuestra concepción fuese correcta, pudo haberse establecido un conuco con la fuer­za integrada del nativo, subordinando su estruc­tura política de orden y respeto a la del castella­no ávido de botín de guerra.

Pero la ausencia de suficientes documentos de referencia y la misma situación que confronta la historia de Puerto Rico sólo nos permite mirar de lejos, sin poder abundar en nuestro pasado his­tórico, no solamente para el tiempo de la coloni­zación, sino para el posterior previo a la organi­zación formal de Vega Baja.

Durante los primeros dos siglos después de la colonización, sólo parece importante nuestro río Cibuco, la actividad agrícola y la geografía del área. Políticamente perteneceremos al Partido de San Juan, cuyo Cabildo disponía todo sobre nosotros. Gran parte de lo que hoy conocemos como Vega Baja, fue una vez Manatí, fundado treinta y seis años antes que la Villa, y “La Ve­ga” de la que hablan los cronistas de la época, era principalmente, en donde se estableció la Vega Alta, en 1775.

Ciertamente sabemos que por estos lares se interesaron varias personas por las vegas hermosas y productivas, las agradables montañas y la costa propicia para el comercio. Así nos lo revelan las Actas del Cabildo de San Juan y otros documentos publicados.

La fecha del 3 de octubre de 1776, que tra­dicionalmente se ha dado como la de la fundación de Vega Baja, nos parece lógica, aunque no aparece la crónica que lo pruebe. Esta coin­cide con eventos confirmados anteriores y pos­teriores a las efemérides y se acerca a la fecha en que se honra a la Virgen del Rosario por los católicos. Recordemos la estrecha relación entre la Iglesia y el Estado para estos tiempos de co­lonización y fundación de los pueblos bajo la Corona Española, lo que tiene que haber influi­do, sin duda alguna, en la determinación de la fundación del pueblo o de la Iglesia (1).

Como sabemos, aunque en 1776 se fundó la “Villa de la Vega Baxa del Naranxal de Nuestra Señora del Rosario,” no fue hasta que por virtud de una Real Cédula del 18 de abril de 1779 que se aprueba su fundación por las autoridades de gobierno, pese a que desde 1775 se había reco­mendado ésta oficial y favorablemente (2).

Tal vez, nuestro primer político local pudo haber sido Manuel Negrón Benítez (3), de quien se ha dicho que donó las tierras para establecer el pueblo. De su puño y letra hemos conocido que su nombre trascendió a la leyenda y que estuvo envuelto en el proceso de la división de las vegas Alta y Baja. Por otras fuentes documentales conocemos también que fue para el 22 de julio de 1777 que sustituye a Francisco de los Olivos como Tenien­te a Guerra de “La Vega” y supuestamente tam­bién ocupó el cargo desde 1782 a 1799.

Es razonable pensar, además, que el proceso de la fundación y colonización de un pueblo no duraba un año solamente, sino que era el producto de unas circunstancias –posiblemente, ajenas al deseo local- y que Manuel Negrón, para poder cumplir con las Leyes de Indias y el Direc­torio General del Gobierno, en vigor desde el 1770, dedicare mayor tiempo que el usual dedi­cado por los otros tenientes a guerra Su labor no obstante, tiene que haber estado ligada a la del Capitán Poblador, de quien se dice que fue un hombre de nombre Antonio Viera.

Respecto a Viera, las Actas del Cabildo de San Juan también recogen su nombre respecto a otras posiciones públicas, y Adolfo de Hostos en su Diccionario Histórico, lo cita como Teniente a Guerra incumbente de Río Piedras, del 12 de julio a abril 19 de 1782.

La vida social y política que transcurre en Vega Baja durante sus primeros años de vida,  como la de Puerto Rico para ese tiempo, es pro­lija de detalles. Si bien existe evidencia de que llegaban a Vega Baja copias de documentos so­bre decretos, órdenes, autos, reales cédulas y circulares expedidas por el gobierno metropoli­tano y por el gobierno central de la provincia,  apenas tenemos noticias sobre cómo estas dispo­siciones legales y documentos en general eran aceptados, rechazados o interpretados. Tampoco conocemos de ningún hecho significativo, salvo la participación de las milicias locales y su tras­lado a las áreas de resistencia cuando la Isla era invadida por extranjeros.

Para 1800 el Teniente a Guerra fue un tal Juan Correa, volviendo Negrón Benítez a ocupar la plaza, de 1809 a 1812.

 

Segunda parte: La formación del gobierno municipal

La formación del gobierno municipal como institución tiene su origen en Vega Baja a partir del año de 1812, como consecuencia de la apro­bación y extensión a Puerto Rico de la Consti­tución Española. Gobernaba a la Isla en aquel año Salvador Meléndez, de quien en el Archivo Municipal de nuestro pueblo aparecen recibidas varias de sus circulares sobre asuntos como el de la constitución del Ayuntamiento, la elección del Alcalde y gestiones y procedimientos que había que cumplirse.

En una de las circulares, fechada el 26 de noviembre de 1812, se notifica que la figura del Teniente a Guerra cesaba en sus funciones con las facultades jurisdiccionales que le habían sido concedidas. Eso significaba que ayuntamien­tos como el de Vega Baja serían los que se encargarían de la recaudación de los derechos de tie­rras y todo otro derecho o contribución que se dispusiera. El Alcalde sería ahora el que se en­cargaría de todo lo “gubernativo, económico y de policía de los pueblos”, habiéndosele transfe­rido todas las funciones que antes tenían los Alcaldes Ordinarios de San Juan y San Germán.

El poder de éstos, como conciliadores de controversias en el pueblo, les obligaba a que a presentación de querella, éstos convocaran a dos “hombres buenos” que cada parte en litigio nombraría para informar los pormenores de la reclamación y las defensas, si alguna. El alcalde resolvía el asunto mediante una “providencia de conciliación” dentro de los siguientes ocho días.

Pero éstos no podían intervenir en reclama­ciones civiles que excedieran la cantidad de cien pesos “fuertes”, y en casos criminales sólo po­drían entender en casos de injurias y “faltas humanas” que no merecieran “otra pena que alguna reprensión o corrección ligera; determi­nando unas y otras en juicio verbal”.

Las determinaciones de estos casos no eran apelables, y los casos contenciosos caían bajo

la jurisdicción del juez del partido, aunque los alcaldes de los pueblos, como el de Vega Baja, podían arrestar a cualquier persona que se cono­ciera que fuese fugitivo de la ley o que fuera sorprendido “in fraganti”, o sea, en el acto de la comisión del delito.

Posterior al 1812, y durante algún tiempo, muchos otros derechos, obligaciones y deberes se les fueron adjudicando a los alcaldes a medida que iba evolucionando el gobierno local. Algunos de estos cambios, su cumplimiento o su falta de ello lo encontramos en las Actas del Ayuntamiento dentro del Archivo Municipal de Vega Baja, en antologías de documentos publicadas, en la Gaceta de Puerto Rico y otras fuentes.

El 20 de septiembre de 1813 se reunieron en la Real Cárcel de Vega Baja los entonces electores capacitados de este pueblo, junto a Manuel Negrón, Teniente a Guerra para entonces y eligieron a Manuel Joaquín de Navedo como primer Alcalde Constitucional de Vega Baja. Para Primer y Segundo Regidor, otros puestos muni­cipales de importancia, eligieron, respectivamente, a Manuel de Jesús Torres y Juan Antonio Negrón, y para Procurador Síndico a Victoriano Santana.

La Constitución de 1812 estuvo vigente hasta 1814; fue reimplantada en 1820 y deroga­da en 1823. Estando la Corona interesada en que la educación fuera una de las prioridades del gobierno central, y aun del municipal, el goberna­dor Meléndez insistió en que los ayuntamientos proveyeran recursos y tomaran medidas para ello, lo que motivó que en nuestro pueblo, en 1814, el Ayuntamiento dispusiera de una parti­da para la contratación de un maestro en su Pre­supuesto de Gastos Públicos.

La cantidad de cien pesos anuales de sueldo era una cantidad nominal “que jamás se consegui­rían”, debido a la pobreza económica del vecin­dario, según Luis de la Rosa, en su Historia de la Educación en Vega Baja (1814-1910).

En el segundo período constitucional de 1820 a 1823 hubo una escuela pública en Vega Baja subvencionada por el municipio con los dineros cobrados entre los vecinos por concepto de contribuciones. Esa escuela, hecha para niños pobres, fue objeto de una controversia sobre quiénes debían recibir el pan de la enseñanza, lo que se resolvió mediante un sorteo en 1837.

Entre el maestro que provocó la controver­sia, Julián Blanco, el Gobierno Municipal y la “Comisión del Pueblo”, hubo otras diferencias que culminaron en acusaciones recíprocas de querer administrar la educación pública del pue­blo, lo que motivó finalmente que se sometiera al Gobernador de Puerto Rico el asunto de la designación de un nuevo maestro en sustitución de Blanco, quien terminó renunciando a su pues­to.

Los Comisarios de Barrio, a quienes se les delegaba por el Alcalde el mantenimiento del orden, cumplían las ordenanzas municipales y transmitían órdenes del Alcalde a su vecindario. Conforme a De la Rosa, éstos también tuvieron injerencia en la admisión de niños a las escuelas públicas.

La lista de tenientes a guerra y alcaldes del Siglo XIX que recopiló la profesora y biblioteca­ria, Josefina Torrech, la hemos corregido para rectificar algunos errores y omisiones que he­mos encontrado en la lectura de documentos ori­ginales, otras listas publicadas y otras fuentes pri­marias y secundarias. Aparte de las personas que ya hemos mencionado, fueron tenientes a guerra o alcaldes de Vega Baja los siguientes: Antonio Dá­vila, de 1814 a 1820, de febrero de 1826 al 22 de octubre de 1828, de 1832 al 1833, de 1833 al 1836, en 1837 y en 1840; Manuel Joaquín de Navedo, (anteriormente estuvo de 1812 a 1814), de 1828 al 1830; Francisco Antonio de Torres, 1820: Juan León Santana, 1823 al 1824: José Joaquín de Navedo, 1824 al 1826; Gerónimo Sanz, 12 de enero de 1830 al 18 de junio de 1831; José Antonio Graginera, 1832; Vicente Ramón de Vega, junio de 1833; Pedro Prado, 1837 al 1839 y 1844 al 1845: Pablo Soliveras, 1839 y 1840; Juan Ramón Vega, 1841 al 1843; Francisco Juliá, 1847 al 1848: Juan Francisco Collazo, 1848 a 1850; Rafael Ramírez de Are­llano, 1850: Fruto García, 1852 y enero de 1853; Vicente Balseiro. 1852 al 1853; Francisco Jiménez, 1853 al 1854; Jaime Mata, 1854 al 1856; Diego Guerrero, 1856 al 1857 y 1862; Polus S. Padilla, 1857-1859, 1860 y 1866; Francisco Igaravídez, 1859 (interino); Francis­co Brunet, mayo de 1859; Miguel de Lara 1860; Froilán Santana, 1860 a 1862; José Ca­rreras, 1862 al 1867; José Perignat y Ochoa, septiembre de 1867 al 1868; Manuel Boscano Guillermety, 22 de febrero de 1868; Isidoro Walls, 1869 al 1870 y 1872 (interino); Juan Vi­cente López, desde el 24 de agosto de 1871; Carlos Santana (interino), 1871 ; Manuel Quin­tero, desde el 16 de noviembre de 1871 y en 1873; Ramón Santaella, desde abril de 1872; José B. Oller, desde diciembre de 1872, en 1873 y desde julio de 1874 hasta el 1875; Ma­nuel Náter, 1873; Dionisio Borrero, 1876; Francisco Guerrero, desde febrero de 1874; Wenceslao Sifre, 1876 a 1877, en 1877 y 1878; Guillermo Ruiz Herrera, desde el 11 de marzo de 1878; Julián Giménez Bellido, en 1877, desde el 31 de mayo de 1878 al 1881, y desde 1881 al 1884.

Esteban Lomba fue alcalde accidental desde el 17 de diciembre de 1881; José G. Pastor, de 1881 a 1885; del 3 de marzo de 1891 a.1893, de agosto de 1893 al 1894, 1895 y de 1896 a 1897; José C. Martínez Santana, 1885 a 1887 y 1888; Andrés Sandín Martínez, 26 de julio de 1887, septiembre de 1888, abril de 1893, teniente al­calde de Vega Baja el 1 de enero de 1893, 1895, 1897 y 1898; Ramiro Matute, 1889 a 1891; César Español, 26 de enero de 1891; José Muñoz y Barrios, 1891; Tulio Otero Ramírez, 1 de ene­ro de 1898, Francisco Otero, 7 de mayo de 1898, Federico Font Carreras, del 5 al 30 de diciem­bre de 1898 y José Francisco Náter, 1899.

Casi todos los alcaldes durante el siglo XIX eran hacendados y tenían costumbres poco edificantes al ostentar el poder, incluso, ante la ad­ministración de justicia. Algunos de ellos se dedi­caban al comercio ilícito, al contrabando y al esclavismo para poder sostener sus haciendas y su peculio personal. Jacinto López, por ejemplo, fue acusado en 1841 de querer humillar al Ayun­tamiento de Vega Baja. Otros que no fueron al­caldes o Tenientes a Guerra por Vega Baja, ocu­paron otras posiciones de importancia, tales como la de Regidor o la de Concejal. Probablemente, porque vivieron en otras circunstancias y eran personas ilustradas y nobles, se recuerda históricamente con cariño al Dr. Padilla, a José Pastor y a José Francisco Náter.

En 1815 fue restituida la figura del Tenien­te a Guerra en la Isla. Durante el período que hubo ayuntamiento municipal se celebraron elec­ciones dentro del Partido de Vega Baja, entre los pocos electores cualificados por la ley. Co­mo hemos podido apreciar, muchas fueron las personas que ocuparon la primera posición eje­cutiva del pueblo. Algunos de ellos tan sólo estuvieron un corto período de tiempo y no parecen haber dejado huella en la historia po­lítica local.

Esto ocurre así porque los puestos de Al­calde o de Teniente a Guerra podían ser removidos por el Gobernador a su capricho; su térmi­no era por corto tiempo, y ante los continuos cambios que había en territorio español (eran tiempos de revolución y evolución hacia la participación del pueblo) nadie quedaba por mucho tiempo participando del poder.

Algunos hechos acontecidos en Vega Baja nos dicen algo de su vida política, aparecen en  la obra de Pedro Tomás de Córdova. Según él,  en l824 nos visitó el Gobernador Miguel de la Torre, quien a la vista de la urgente necesidad por la que pasaban nuestros compueblanos, or­denó que se arreglasen los caminos del pueblo y se tomaran otras medidas de beneficio local. Como consecuencia de esto, en 1829 se abrió un camino desde el barrio Pugnado hasta el pue­blo de Morovis, y en 1828 y 1830 se ‘arregló” la “Casa del Rey” (casa alcaldía de nuestros tiempos).

En 1836 se celebraban juicios verbales en Vega Baja. En lo judicial, pertenecíamos al distrito de “La Capital”. Para 1838, la adminis­tración local la desempeñaban un Teniente a Guerra y un Sargento Mayor de Urbanos, corres­pondiendo la jurisdicción militar al Departamento de Bayamón, y en lo civil a la subdelegación del Oeste; en lo eclesiástico a la Vicaría de Are­cibo, y para los aspectos contributivos era San Juan.

En 1850 se subastó la obra del puente sobre el río Cibuco. En 1852 fue erigida una nueva “Casa del Rey”, la cual serviría, no solamente pa­ra dirimir los asuntos administrativos, sino los judiciales y legislativos locales.

Tercera parte: El escenario político del siglo XIX

Problemas políticos a partir de 1848

La inestabilidad del gobierno español duran­te el siglo XIX, las promesas políticas que no se materializaron y las frustraciones del pueblo, fueron creando unas mentes más despiertas a la realidad hostil en que vivía, lo que no fue excep­ción en Vega Baja. Al percatarse los ilustrados del cambio social que se estaba desarrollando en la vieja Europa y la parte norte de América, las cadenas del sometimiento ciego comenzaron a romperse, aquellos más privilegiados comenzaron a manifestar su inconformidad en los foros correspondientes.

La esclavitud en Vega Baja

El esclavismo en Vega Baja, al igual que en Puerto Rico, constituyó un problema político que se resolvió políticamente cuando la institución se abolió en 1873. Guillermo A. Baralt, en su li­bro, Esclavos  Rebeldes, publicado en 1981 por Ediciones Huracán, nos dice que el llamado, levantamiento de esclavos, de 1848, no fue el único que ocurrió, y nos ofrece una perspectiva distinta a los hechos que ya conocíamos. Según Baralt, el 5 de mayo de 1831 hubo una “sublevación” de esclavos que se llevó a cabo cuando incendiaron la Hacienda de Ramón Soler, y otra en 1838, que se planificó pero que no se llegó a materiali­zar.

El levantamiento de 1848 es uno de los he­chos históricos más comentados por los historiadores de Vega Baja. Se sabe que aquí hubo un conato de rebelión entre un grupo de esclavos contra sus amos del Partido. Esto ocurrió en la hacienda de Francisco Irene Náter, cuando uno de sus propios esclavos le delató los planes de la rebelión.

Enteradas las autoridades, investigaron y procesaron a un negro de nombre Florencio, propiedad de otro hacendado, Agustín Otero, por haber iniciado la gesta, condenándolo, junto a uno de nombre Manuel Grande, a ocho y diez años de prisión, respectivamente. A Simón, quien fue el instigador, lo condenaron a la pena de muerte en presencia de sus compañeros, el 25 de agosto de 1848.

El acto de sublevación fue de tal importancia para la Isla, que el Gobernador, Juan de la Pezue­la prohibió el uso del machete, reviviendo así una orden previamente derogada que había pues­to en efecto el anterior gobernador, Juan Prim, Conde de Reus.

Raíces del liberalismo político local

El 23 de septiembre de 1868 ocurrió en el pueblo de Lares la insurrección civil conocida por “El Grito de Lares”. Aunque no hemos encontra­do a ningún vegabajeño o residente de Vega Baja directamente relacionado con este asunto, sí sabemos que para el 10 de octubre siguiente fue­ron arrestados Julián Blanco Sosa y José Gual­berto Padilla, entre otros. Blanco Sosa fue encar­celado en una de las bóvedas del Morro y luego enviado a una cárcel de Arecibo. Al Dr. Padilla y al cura párroco de Vega Baja, Juan Montes de Oca, les fueron allanados sus hogares.

En aquella ocasión también se produjo una orden de arresto contra Ramón Soler, hacendado, la cual no pudo diligenciarse por éste en­contrarse fuera del Distrito de Vega Baja. De acuerdo con un documento oficial, éstos estaban siendo vigilados desde el 30 de septiembre anterior por “los antecedentes que tenían de las ideas políticas de dichos individuos.., y la influencia directa o indirecta que sus opiniones y modo de pensar pudieran ejercer en la muchedumbre ignorante…” (Luis de la Rosa, La Peri­feria de Lares, 1983).

Acosta había sido arrestado y desterrado a la isla caribeña de San Tomás, el año anterior, a raíz de unos sucesos que nada tenían que ver con la política, cuando un grupo de artilleros se amotinó en los cuarteles militares de San Juan. El Gobernador Marchessi tomó este suceso como pretexto para aplicarle este castigo y para investi­garle por los nuevos sucesos isleños.

Esos incidentes, aparentemente aislados, fueron de los primeros que habrían de pasar los políticos vegabajeñios antes de que se reconocie­ran ciertos derechos individuales de los ciudadanos. Como veremos más adelante, aunque para la gesta del 68 Vega Baja fue escenario de actos inmorales e ilegales por parte de las autoridades, también nuestros hombres supieron responder contra los abusos cometidos.

En realidad, no sabemos si existió en Vega Baja alguna de las Juntas Revolucionarias que hubo en otras partes de la Isla. Pero sí, la historia nos ha dejado unos datos sobre un grupo de más de trescientos vecinos “descontentos porque se les estaba recargando la cantidad tributable fijada previamente por la Intendencia”, muchos de los cuales fueron en alzada al gobierno central a protestar de los desmanes locales.

Participación de vegabajeños en la política local, insular y nacional a partir del 1870

Aparentemente, ningún vegabajeño fue ele­gido ni el pueblo de Vega Baja fue considerado para elegir o ser representado en la Junta de In­formación, creada en 1865, para poner en cono­cimiento a la monarquía española sobre la ver­dadera situación social, política y económica de Puerto Rico. Sin embargo, fuimos considera­dos para las primeras elecciones de 1869 como un distrito representativo en el segundo plan de elección de los Diputados a Cortes. El Distrito de Vega Baja comprendería a los pueblos de Vega Alta, Morovis, Corozal, Toa Alta, Dorado y, desde luego, a Vega Baja.

Estas elecciones, como muchas otras poste­riores, fueron controladas y amañadas por el esta­do, de lo que hay bastante evidencia documental- en su ánimo de que no fueran elegidos represen­tantes liberales, sino conservadores que pudieran servir a los intereses del gobierno central. En delante, muchos de los Diputados a Cortes elegi­dos no eran residentes del área, y en muchos casos, nunca habían estado en el pueblo que re­presentaban, ya que la residencia no era un requisito indispensable para aspirar a un escaño. El sufragio era uno limitado grandemente, ya que, entre otros, las mujeres, los menores de edad y los extranjeros, no podían votar.

Los liberales reformistas, de los que en Vega Baja había bastantes entre los más prominentes de Puerto Rico, no podían manifestar abierta­mente sus ideas, por la censura previa a la liber­tad de prensa y por el requisito de fianza alta que se exigía a los editores de periódicos.

Gabriel Ferrer Hernández

Para 1870, aparece representando a Vega Baja, en el Comité Central del Partido Reformis­ta, Gabriel Ferrer Hernández.

El Incidente de 1870

Como producto de la efervescencia política de esos tiempos, en una visita que hizo el Gobernador Laureano Sanz a Vega Baja, el 19 de abril de 1870, éste ordenó que se trajese ante su presencia a Julián Blanco Sosa, quien acababa de regresar de Francia el día anterior, y le increpó en público por el hecho de Blanco haber redactado un escrito solicitando a las Cortes Españolas la aprobación de un proyecto de consti­tución para Puerto Rico, y por supuestamente tener ideas contrarias a la nacionalidad española.

Aunque Blanco protestó enérgicamente ale­gando inocencia, Sanz le ordenó que se abstuviera de remitir dicho escrito a las Cortes, y que permaneciera allí bajo arresto hasta que regresase de visitar otros pueblos de la Isla, cuando le so­metería a un proceso judicial en Cuba.

La acción del déspota gobernador no se llegó a consumar gracias a la intervención del Minis­tro de Ultramar. El incidente fue puesto en co­nocimiento de las Cortes Españolas por los di­putados puertorriqueños Baldorioty de Castro y Luis Padial Vizcarrondo, junto a otros hechos que denotaban el abuso constante de los gober­nadores españoles en Puerto Rico, y que fue base para la extensión de derechos a los puerto­rriqueños.

Blanco, por su parte, no se amedrentó y colaboró entonces con más ahínco en los periódicos liberales de la época, junto a Manuel Fer­nández Juncos y otros. Uno de sus periódicos fue “El Progreso”, el cual se publicaba en San Juan, bajo la dirección de José Julián Acosta. El 20 de septiembre de 1870 es elegido vocal al Comité Central en la Asamblea General de Liberales Reformistas, en San Juan, y le tocó redactar el pronunciamiento consignando el cre­do del Partido, el cual fue publicado el 28 de noviembre de 1870.

 

Elecciones de 1871

Un decreto del 28 de agosto de 1870 reesta­blece la Diputación Provincial en Puerto Rico, cuya toma de posesión se celebró el 1 de abril de 1871, ante el Gobernador Baldrich. La Diputación Provincial no atendía los asuntos legisla­tivos, sino más bien, los administrativos del go­bierno central de Puerto Rico.

Uno de los delegados que allí participó fue precisamente Julián Blanco Sosa, quien aprovechó el retraimiento electoral de los con­servadores, junto al Dr. José Gualberto Padilla, para dedicar su tiempo a la política.

Del 20 al 22 de abril de 1871 se celebraron las elecciones a Diputados a Cortes, donde Blan­co Sosa saldrá elegido por Caguas y José Anto­nio Álvarez Peralta, por el distrito de Vega Baja. En Madrid, centro de la política española, los li­berales reformistas de Puerto Rico, entre los que se encuentran Blanco y Álvarez, se unirán al Partido Radical del líder Ruiz Zorrilla. Y en Puerto Rico, Fernández Juncos también cola­borará con su pluma liberal en el Periódico Li­beral Reformista, de Mayagüez.

Problemas con la Iglesia Católica

Paralelo al desarrollo de los derechos polí­ticos y sociales del pueblo y de sus dirigentes, en tiempos en que va mermando la autoridad eclesiástica sobre la civil, ocurren en Vega Baja varios incidentes que le valen su lugar en la his­toria. El primero fue el del 15 de febrero de 1871, cuando Francisco María Bonet, el cura párroco de Vega Baja, denunció ante la Diputa­ción Provincial a Manuel Fernández Juncos, por éste no haberse arrodillado al pasar por en­frente de su casa una procesión.

Brígida Alvarez

El segundo incidente ocurrió en 1889, cuando otro cura de Vega Baja, José María Berríos, dijo que el matrimonio civil constituía amancebamiento, y la hija de Salomón Álvarez Doménech, le demandó. Probablemente la hija del Director de la revista espiritista La Luz, se sintió ofendida y aludida, ya que su padre había sido la primera persona en contraer matrimonio fuera de las ceremonias tradicionales católicas en Vega Baja, por ser éste un “libre pensador”, considerado entonces por los conservadores co­mo subversivo.

La controversia con los Álvarez Doménech por sus ideas espirituales motivó también que en1891 el Alcalde de Vega Baja denunciara a Sa­lomón por haber publicado un artículo que, de acuerdo con el primer ejecutivo, era ofensivo a la Iglesia.

Elecciones de 1872

En 1872 vuelven a salir elegidos Blanco So­sa como Diputados a las Cortes por Caguas, y Álvarez Peralta por Vega Baja, en unas elecciones difíciles para el liberalismo puertorriqueño por la intervención del Gobernador Pulido. En Madrid, Blanco pronunció un importante discurso ante las Cortes, lo que ha quedado patente en la histo­ria puertorriqueña.

Elecciones de 1873

En 1873 Álvarez Peralta, todavía diputado, vota afirmativamente en las Cortes la ley para abolir la esclavitud en Puerto Rico. Nuestro otro delegado, Leonardo Igaravídez, “Marqués de Ca­bo Caribe”, no llega a ejercer su voto por no ha­ber tomado posesión de su cargo, pese a que ha­bía sido ya elegido.

Mientras tanto, en Vega Baja, los liberales reformistas habían estado trabajando la política local. Manuel Fernández Juncos y Ramón Feli­ciano Martínez habían sido los secretarios escru­tadores en las elecciones en Vega Baja. Padilla, por su parte, había renunciado a su cargo como Concejal del Ayuntamiento de Vega Baja, por ha­ber sido Diputado Provincial hasta 1872, y la Ley Municipal le prohibía ejercer cargos conceji­les hasta dos años después de haber cesado como Delegado, los que no había cumplido aún.

Una situación peculiar ocurre el 15 de oc­tubre de 1873. En ese día se celebraron en Vega Baja las elecciones para tres vacantes del Ayunta­miento causadas por las renuncias de Juan Vicente López, Manuel Quintín y José Gualberto Padilla. Mediante un telegrama enviado por el alcalde Manuel Náter, sabemos que todavía a las doce del día no se habían presentado elec­tores para constituir la mesa de votación, y pre­guntaba el preocupado incumbente qué podía hacerse ante esa situación.

La elección era importante ya que los con­cejales eran nueve en total; tres constituían la tercera parte del Ayuntamiento y faltaban seis meses para la próxima elección regular. Aunque la evidencia histórica no nos dice lo que la Di­putación Provincial le respondió para resolver el problema, tal parece que fue nada, y que Náter se las arregló a su modo, informando tres días después que “luego de las dos llegaron unos elec­tores y pudo constituir la mesa”.

Tan extendido estaba el liberalismo en la Is­la, que dominaba la mayor parte de los ayunta­mientos. Los nuestros estaban activos en distin­tas faenas, como el Dr. Padilla, colaborando en el periódico El Derecho, de Ponce, y Blanco Sosa, formando parte de la “Comisión para el Fomento Material,” creada por el Gobernador Primo de Rivera.

Regreso al absolutismo

El absolutismo vuelve a España en 1874, y en Puerto Rico, los liberales se retiran de la po­lítica. Se restablece la censura previa; se prohí­ben los ataques al Rey o al Gobierno; se suprime la prensa liberal; disuelven los ayuntamientos; disuelven la Diputación Provincial, y lo peor de todo, ¡regresa a Puerto Rico el despótico Lau­reano Sanz!

La situación asesta un rudo golpe al senti­miento liberal de la Isla, y al pueblo de tal manera, que pasarán muchos años antes de que re­gresen a sus “trincheras políticas” con igual áni­mo que el de la última época.

En 1876 se celebran las elecciones para Di­putado a Cortes en España, donde el Partido Conservador obtuvo la mayor parte de los es­caños. Una nueva Constitución, promulgada el 30 de junio, establece para territorio monárquico un nuevo sistema de naturaleza semi-democráti­co, con un ministerio responsable a las Cortes.

A Puerto Rico le es de aplicación el Artícu­lo 89 de dicha Ley fundamental, el cual disponía que sería gobernado por unas “Leyes Espe­ciales”, y que tendría representación en las Cor­tes Españolas.

Elecciones del 1876 al 1878.

Al convocarse las elecciones para el mes de febrero de 1876, los liberales reformistas fueron al retraimiento electoral. En Vega Baja ganó el incondicional Ambrosio Martorell Arabigt, quien falleció siendo incumbente en 1878. Eso motivó la celebración de unas elecciones especiales para cubrir su vacante, las que ganó, como es de su­poner, otro incondicional conservador, Manuel Alcalá del Olmo.

Lo curioso de esta última elección es que Al­calá no tuvo el apoyo expreso del Partido Liberal como institución, pero sí fue apoyado por los locales liberales.

El 28 de marzo de 1876 el Ayuntamiento de Vega Baja llegó a un acuerdo en el que testimoniaba “su más sincera expresión por las se­ñaladas victorias obtenidas por las bizarras tropas que, ahora en rudos combates han sido invenci­bles… ha venido a llenar de regocijo estos cora­zones españoles de ambos hemisferios, presin­tiendo que en muy breve sobrevendrán días de bienandanzas también, para muchos hermanos de la Ysla de Cuba, extinguiendo las hordas vandálicas que han azotado sus fértiles campiñas”.

Asimismo, expresaban la siguiente inquietud al Gobernador: “(luego) manifestó (el Ayunta­miento) que las atenciones conocidas de las Alcaldías, apenas le dan tiempo, para orientarse con la calma que se requiere de los asuntos de este municipio que, reclaman una pronta y enérgica solución, sino quieren hacerse solidarios de tantos graves erro­res que, según transcurren días, se hacen más difíciles de remediar, porque, naturalmente, los unos por temor a odiosidades, los otros por apatía y negligencia y otros por último, porque sin embargo de los vivos deseos que albergan en pro de estas jurisdicciones y de sus propios intereses, les falta tiempo para atender a sus ne­gocios que les produce el sustento de sus respecti­vas familias, eludan a entrar en apreciaciones enojosas, procurando desviar ese escollo que juz­gan para otras administraciones…”

En la política de la ciudad, Fernández Jun­cos trataba infructuosamente de unir las fuerzas liberales del país a través de su pluma en el Perió­dico “El Agente”. En 1878, en un escrito titulado “Conciliación”, propuso un acercamiento entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, pero en 1879, casi todos los municipios de la Isla, incluyendo el nuestro, postularon y lograron elegir candidatos de conciliación.

Elecciones de 1879

Manuel Fernández Juncos

En abril de 1879, Fernández Juncos publica El Buscapié, un periódico liberal que también favorece la tendencia autonomista. Esto acusa cambios en el pensamiento de nuestros Líderes locales e insulares hacia una evolución ideológica cónsona con los tiempos.

La Asamblea Liberal del 27 de marzo de 1879, eligió al Dr. José G. Padilla para formar parte del Comité Conjunto de Conciliación que procuraría la paz y armonía entre los distintos partidos de la época.

En las elecciones para Diputados a Cortes, celebradas del 20 al 23 de abril de 1879, salió electo el conservador Diego A. Martínez, por Ve­ga Baja, a quien algunos historiadores han clasifi­cado como “cunero” por ser candidato apoyado por el gobierno español y electo mediante arti­mañas para ese cargo.

Como sucesos de importancia ocurridos en 1881, en Vega Baja despiden al Administrador de Correos y nombran a Francisco de Diego porque el incumbente tenía conflictos de inte­reses al haber sido elegido Concejal del Ayuntamiento. En San Juan, nuestro delegado en la Asamblea de Reorganización del Partido Liberal fue Gabriel Ferrer Hernández, y ante una acusación falsa de haber participado en un crimen, Fernández Juncos es sustituido por Manuel Alonso Pacheco en la dirección de El Agente.

Títulos otorgados a Vega Baja

Probablemente, como una gestión directa de los delegados de Vega Baja a la Diputación Provincial, o de los Diputados a las Cortes, se le extiende a Vega Baja el título de “Villa”, el 22 de junio de 1882, y el de “Ilustre”, el 13 de julio de 1885. El primer título se le otorgó “por el aumento de población y desarrollo constante de su industria y comercio”, mientras que el segundo fue por “el desarrollo de sus obras públicas, aumento de población, progreso de su agricultura e industria y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional”.

Nuestro Escudo Municipal, diseñado por el Lcdo. Roberto Beascoechea Lota, en 1974, llevaba cuatro torres en forma de corona mural hasta 1991, lo que corresponde en la  heráldica a esa distinción oficial.  Luego se le añadió una quinta torre cuando en 1990, de acuerdo con el censo decenal, sobrepasamos los 50 mil habitantes, lo que nos cataloga como ciudad.

Otras elecciones

El 14 de abril de 1882 el General Portilla promulgó una convocatoria para la elección del Diputado a Cortes por el Distrito de Vega Baja, en donde resultó electo el candidato incondicional, Juan Surra Rull, quien renunció a su escaño antes de vencerse su término en 1883.

En las elecciones para llenar dicha vacante fueron candidatos, por el Partido Liberal, Julián Blanco Sosa, y por el Partido Incondicional, Braulio Núñez de Arce, resultando victorioso éste último, quien era el hermano del Ministro de Ul­tramar, y que hasta donde sabemos, no tenía re­lación alguna con nuestro pueblo.

En mayo de 1883 aparece El Clamor del País, donde colaboraba, entre otros, Julián Blanco Sosa, mientras que El Buscapié lo dirigía, en San Juan, Manuel Fernández Juncos.

La reorganización del Partido Liberal trajo a nuestros políticos locales a una participación activa en el mismo. El Comité local de Vega Baja del Partido Liberal Reformista estaba debidamen­te constituido; Blanco Sosa, Ferrer Hernández y Fernández Juncos pertenecen al Comité Central Provisional de Propaganda y Preparativos, y Fer­nández Juncos será el Secretario de Actas.  Por Vega Baja, nuestros delegados serán, Gonzalo Díaz y Juan Carazo.

En la exposición de Fernández Juncos ante la Asamblea, éste defenderá abiertamente el au­tonomismo para las bases del partido, mientras que Blanco Sosa hará lo propio por las suyas asi­milistas. Y aunque en ese momento no se acepta­ba el autonomismo como ideal entre los presen­tes, Blanco Sosa pierde su postulación frente a José Julián Acosta, quien es elegido como Se­cretario del Partido, y Ferrer Hernández y Fer­nández Juncos, como vocales.

Elecciones de 1884

El 27 de abril de 1884 se convocaron elec­ciones generales para Diputados a Cortes. En  esos comicios se arrestan y encarcelan, con excusas baladíes, a algunos electores liberales. Eso lleva a la elección de Francisco de Paula Acuña Pania­gua, quien no llega a tomar posesión de su cargo por declarársele inelegible legalmente.

Mientras tanto, en El Clamor del País, Blan­co Sosa ofrece su periódico para los que traba­jen a favor de una reforma, negándose como asimilista o autonomista. Eso motivó que el Partido Liberal le quitara su apoyo, dejando entonces, El Clamor del País de ser el órgano oficial del Partido. En marzo 30 de ese año se produce la renuncia de muchos de los directores del Comité Central, y se designa a Blanco Sosa como Jefe del Partido y Presidente del Comité Central.

En 1886 saldrá electo por Vega Baja el can­didato liberal, José Celis Aguilera, al anularse el acta de elección del candidato incondicional, Ra­fael Teruel Ortega, como Diputado.

“El Año Terrible del 87”

En el llamado “Año Terrible de 1887” se celebró una asamblea en Ponce para constituir el Partido Autonomista, donde Vega Baja será re­presentado por José Julián Acosta, que también era Delegado por el Partido Liberal de San Juan (de donde prácticamente había salido la idea de la creación del nuevo partido), de Caroli­na, Ciales y de su periódico El Clamor del País.

En aquella asamblea Fernández Juncos re­presentó a Carolina y a El Buscapié. Por Vega Baja también asistieron los siguientes delegados: Lorenzo Vizcarrondo, José Ortega Nevárez, Ma­nuel Ruiz Gandía, José R. Abad. Narciso Vidot, Mario Braschi y Manuel Zeno Gandía.

La ocasión permitió que se fusionaran los partidos y se nombrara a Blanco Sosa como delegado interino por San Juan, y a Pedro Salazar Shuck y Agustín Padró, por Vega Baja. Al año siguiente, Félix Lajara presidirá el Comité Local del Partido Autonomista en Vega Baja.

Del 1889 al 1898

En 1889 fue elegido Diputado Provincial por Vega Baja el abogado Rafael López Landrón. López Landrón, conocido más tarde en España como orador fogoso y bien fundamentado, había sido defensor de los autonomistas víctimas de los “compontes” que había instaurado el General Palacios en la Isla, aunque años más tarde perte­neció al Partido Incondicional que lo llevó a sa­lir electo. Blanco Sosa, por su parte, también fue elegido por San Germán.

Durante los días 15 al 18 de mayo de 1891, se celebró la Asamblea del Partido Autonomista en Mayagüez. Blanco Sosa será su “Director Po­lítico” y Fernández Juncos, su “Director Económico”. Por Vega Baja fue delegado a esa asam­blea el licenciado Juan R. Ramos, quien presidió interinamente la Asamblea, ante la renuncia de Blanco Sosa como Presidente.

En 1893 Manuel Fernández Juncos es ele­gido Presidente del Partido Autonomista, quien también renunciará, creando un caos entre las huestes autonómicas del país. Un año después se eligen como delegados de Vega Baja, a San­tiago Veve Calzada y a José Francisco Náter. Este último, íntimo amigo de Muñoz Rivera, y su brazo fuerte en este litoral, ocupará varios puestos públicos, entre los cuales, por varios años, será nuestro Alcalde.

En 1895 Fernández Juncos ocupará la Presi­dencia Permanente de la Asamblea Autonomista, y defenderá la tendencia política del republica­nismo.

Lírica política

Como hemos visto, la actividad política du­rante el siglo XIX fue prolija. Pero al igual que siempre, hay poetas, como José Gualberto Pa­dilla, que así la describieron:

“… ¡Ah, política! Diaria comidilla

Sempiterno manjar, pan cotidiano,

lo mismo en el villorio, que en la villa…”  

(De Epístola Primera, dedicada a

Manuel Fernández Juncos)

Sobre los efectos experimentados por Padilla en la política, escribía “El Caribe”, (que no es otro que el mismo Doctor Padilla):

“…En el mismo pueblo vive

o, mejor dicho, vegeta,

cierto humorista poeta

a quien llaman “El Caribe”.

Este también, arrastrado

por la política vana

una vez se fue por lana

y se volvió trasquilado;

y huyendo hasta con horror

de políticos amaños,

le curan los desengaños

el hogar y la labor…”.

(De: “Perfil”)

La Carta Autonómica

Por Real Decreto, del 25 de noviembre de 1897, la Reina de España concedió a Puerto Ri­co el sistema de gobierno autonómico. En el régimen establecido por el General Manuel Macías, nuestro Manuel Fernández Juncos ocupó la Secretaría de Hacienda y Julián Blanco Sosa fue Subsecretario. Muñoz Rivera, Secretario de Gobernación, nombró a Tulio Otero como Alcalde de Vega Baja, en sustitución de Andrés Sandín Martínez.

En parte, la Carta Autonómica fue el logro de personas como Rafael López Landrón, quien, como uno de los líderes de los izquierdistas in­condicionales, propusieron el nuevo estado de derecho para la Isla.

Cuarta parte: Del cambio de soberanía al triunfo de la “Coalición”

1898: Cambio de Soberanía para Puerto Rico

El 25 de abril de 1898 se declaró la guerra entre España y los Estados Unidos de América, lo que produjo la invasión de Puerto Rico por el pueblo de Guánica, el 25 de julio, y la ocupación paulatina del terreno y el gobierno isleño por los militares estadounidenses.

El 15 de octubre de 1898, siendo alcalde de Vega Baja Tulio Otero Ramírez, una compañía de infantería llegó a nuestro pueblo, en donde le esperaban las autoridades municipales en la Casa Alcaldía. En una forma pacífica y civiliza­da, el alcalde arrió la bandera de la República Es­pañola, hasta entonces en la única asta local, y se desplegó la multiestrellada bandera por vez primera.

El acto consistió, además, de un toque dc clarines y una descarga de armas largas de los mi­litares, en medio de aplausos de la concurrencia. Posteriormente, se firmaron las actas correspon­dientes y el oficial de mando ratificó en su pues­to al alcalde Otero Ramírez.

Dentro de los documentos que se reciben en Fortaleza, uno de ellos se refiere al acuerdo del Ayuntamiento de Vega Baja, en el cual, luego de haberse reunido en asamblea, le ofrecía su cooperación y simpatías al General John R. Brooke, primer gobernador militar de Puerto Rico.

A partir de entonces, surgirán nuevas figuras en la política activa local, y otros que participa­ron en la última mitad del siglo XIX no volverán a la palestra pública.

Bajo el gobierno militar tuvimos los siguien­tes alcaldes en Vega Baja: Federico M. Carreras (a partir del de diciembre de 1898), Federico Font Camuñas (a partir del 30 de diciembre de 1899) y Manuel Otero, en 1900. Se dice que Tu­lio Otero volvió a ser designado alcalde en el año de 1900, al igual que José Francisco Náter, du­rante algunos meses de 1899 y 1900.

José Francisco Náter y su tiempo (1899 a 1910)

El farmacéutico, José Francisco Náter, ocupó la alcaldía por dos términos consecutivos en el siglo XX, desde 1901 hasta 1910. “Don Pepe”, como era cariñosamente conocido por sus com­pueblanos y amigos, había establecido la Farma­cia Náter en sociedad con Heraclio Amadeo, por el 1874. Físicamente se le recuerda como un “hombre corpulento, alto, con los hombros ligeramente inclinados”, y espiritualmente, como una persona de gran sensibilidad y atención hacia los pobres y desvalidos.

Náter fue miembro de la Unión de Puerto Rico, junto a Luis Muñoz Rivera, aunque también perteneció al Partido Federal. Falleció el 9 de junio de 1919. La plaza de Vega Baja y la calle enfrente a la Casa Alcaldía llevan su nom­bre.

Las actas municipales nos revelan que para ese tiempo los concejales juraban defender la Constitución de los Estados Unidos de América y las leyes vigentes en la Isla antes de asumir sus funciones. En su segundo término, la Asamblea Municipal de Vega Baja, discutió, entre otras cosas, el problema del camino de Vega Baja a Mo­rovis, que el municipio había comenzado a fabri­car pero que suspendió las obras por la creación de la Junta de Caminos Insular, lo que traslada­ba la jurisdicción al Gobierno Central de Puerto Rico, e impedía que se continuase el mismo.

En aquella ocasión, en 1905, la Asamblea se vio precisada a pedirle a la Cámara de Delegados de Puerto Rico, (precedente de la Asam­blea Legislativa), que continuara esa ruta, y que de acuerdo con su apreciación, no necesitaba de planificación porque el camino ya estaba abierto, y que tampoco necesitaba puentes porque no había ríos que dividieran el camino.

Luis García Colón (1911 a 1912)

Luis García Colón fue un agricultor, miembro del Partido Unión (le Puerto Rico, que ocupó la alcaldía de Vega Baja, de 1911 a 1912. Este alcalde tomó la iniciativa de dedicar a José E. Náter la plaza pública, que anteriormente tenía el nombre del Gobernador Baldrich. Bajo su in­cumbencia, el “Service of Sanitation of Puerto Rico” llevó a cabo una campaña de limpieza pública donde recomendaba a cada pueblo de la Isla que se mantuviera libre de inmundicias y ba­suras, En adición, pedía que se destinase un día especial (a llamarse “cleaning day”), el cual de­dicarían a la completa limpieza de la comunidad. García Colón envió un telegrama pidiendo que se destinara el 20 de diciembre de 1912 para su celebración en nuestro pueblo. El gobierno insular, el cual ya tenía programado en Corozal esa “fiesta” comunal, tuvo que transferir la fecha para que los nuestros pudiesen llevar a cabo la de aquí.

Unos meses antes, García Colón había orde­nado matar a 60 perros realengos e informaba al Gobierno Civil que estaban trabajando “cuatro carros particulares” en la extracción de basuras. De acuerdo con una carta oficial, éste repartió arsénico a los vecinos para que pudieran “eli­minar las dañinas ratas de los alrededores”.

José Pérez Cruz: Alcalde y Legislador (1913 a 1914)

De 1913 a 1914 fue alcalde de Vega Baja el comerciante José Pérez Cruz. Éste también fue representante a la Cámara por nuestro distrito representativo, entre 1921 y 1928 (dos términos). Fue colaborador del insigne Antonio R. Barceló, en 1929, en la reorganización del Par­tido Unión Puertorriqueña y su conversión al Partido Liberal, en 1929.

Emilio Miranda Negrón: (1915 a 1921)

Emilio Miranda Negrón ocupó la alcaldía de Vega Baja por dos términos, de 1915 a 1921. En un informe rendido al Gobernador de Puerto Rico, Miranda reclamó como algunos de sus logros el haber construido una carnicería y un matadero, “abaratándose las carnes y rindien­do mejores ingresos para el municipio, un carro para el transporte de las carnes y una romana pa­ra pesar el ganado…, las cuales se han conservado en buen estado de limpieza, reparándose aquellas partes que han sufrido desperfectos y se han construido en cada boca-calle magníficos alcantarillados con tubos de concreto, evitando así los baches que se formaban en esos sitios por la de­tención de las aguas”.

También reclamaba Miranda el haber termi­nado la construcción del camino a Puerto Nuevo, lo que trajo como consecuencia “una gran afluen­cia a la playa de familias que concurren de varios pueblos a tomar los baños de mar”.

Menciona, además, que gracias a la compe­tente dirección del Dr. Jesús M. Armáiz (quien posteriormente fuera elegido alcalde), se registra­ron mejoras en los servicios médicos locales. El presupuesto anual del municipio para ese año era de apenas $20,288.29, de los cuales, el alcalde sólo recibía $720.00 ¡anuales!.

Para entonces el médico ganaba más que el alcalde, y la nómina municipal local constaba de catorce empleados.

Las Elecciones de 1920: José Cestero Guardiola

Las elecciones de 1920 las ganó José Cestero Guardiola, el último de los alcaldes unionistas, quien era otro agricultor. “Don Pepe Cestero” participó por muchos años en la política local, siendo miembro de la Alianza Puertorriqueña, uno de los fundadores del Partido Popular De­mocrático y Presidente de la Asamblea Munici­pal, en 1941. Fue alcalde de Vega Baja durante tres términos consecutivos, hasta 1932.

Durante su incumbencia se construyó la edificación que hoy conocemos como “Casa Alcaldía”, y muchas otras obras municipales. En las elecciones de 1924 derrotó a Lino Padrón Rivera, del Partido Socialista, y los adversarios políticos le responsabilizaban por robarse las elecciones”.

El 25 de abril de 1928 inició la construcción de la carretera de Vega Baja en su empalme con Corozal y Morovis, costo de $10,000,000. Bajo su poder, Vega Baja es elevado a municipio de segunda clase y Vega Alta, del cual original­mente se había desprendido, pasa a formar parte de su jurisdicción territorial.

Las Elecciones de 1932

Por el estrecho margen de 84 votos fue electo alcalde de Vega Baja el Doctor Jesús María Armáiz, en las elecciones dc 1932. Lino Padrón Rivera es elegido Representante a la Cámara por el Distrito 6, que comprende a Vega Baja, Vega Alta y Dorado, gracias a los votos de la Coalición de los partidos Socialista y Unión Republi­cana.

Lino Padrón había sido indultado por el Gobernador Montgomery O’Reilly, por un delito relacionado con las luchas políticas, en 1928. “Don Lino” fue un importante líder obrero, casado con una vegabajeña y declarado “Hijo Adoptivo” de Vega Baja, donde crió a su fa­milia, y desde donde se lanzó a su histórica lu­cha obrera y a la política insular.

Bajo la administración de Jesús M. Armáiz,se aprobó una ordenanza municipal que prohi­bía echar basuras en las calles, patios y alrede­dores de las casas de la zona urbana de la demar­cación local. Dicha ordenanza disponía, además, que las basuras y desperdicios que se produjeran como consecuencia de las labores domésticas habrían de colocarse en recipientes provistos de tapas. El convicto por incumplimiento pagaría una multa máxima de ¡cinco dólares! o cinco días de cárcel.

Cuando posteriormente adviene Ángel Sandín al poder, se circuló una hoja suelta en donde se recordaba la existencia de esta Ordenanza, a la vez que se solicitaba la cooperación de veci­nos,  la policía insular sanidad para que no se infringiera la medida.

Para 1929 Armáiz era miembro de la Junta Central del Partido Unión de Puerto Rico luego del Partido Liberal, por medio del cual alcanzó la posición de Alcalde de Vega Baja.

Triunfo de la Coalición en Vega Baja (1936)

Las elecciones de 1936 las gana en Vega Baja la Coalición del Partido Socialista, quien logra elegir como alcalde a Enrique Torres Concepción, practicante de farmacia, a quien todos conocían yllamaban con cariño “Quique Pichón”. Torres Concepción renunció en 1939 por alegadas pug­nas internas dentro del partido, para asumir la vacante como Representante a la Cámara que dejó Lino Padrón Rivera, quien a su vez, pasó al Senado para cubrir el escaño de Bolivar Pagán, al éste haber sido nombrado Comisionado Residente en Washington.

Ramiro Martínez Sandín, comerciante de Vega Baja, ocupó la vacante dejada por Torres Concepción hasta que su primo hermano Ángel Sandín Martínez, ganó las elecciones de 1940. “Ramirito” era miembro del Partido Socialista y de su Comité Territorial. Fue miembro de la Convención Constituyente. Falleció el 23 de julio de 1953.

Con el fragor político, por aquellos años, a alguien se le ocurrió ponerle el nombre de Lino Padrón Rivera a la escuela de la Segunda Unidad de Pugnado Afuera (S.U.P.A.), lo que posteriormente se corrigió, cambiándolo por el del prócer local, Manuel A. Martínez Dávila. Hoy día, sin embargo, la principal escuela de Vega Baja, la Superior, lleva el nombre de LinoPa­drón Rivera, como un reconocimiento a la obra de tan ilustre vegabajeño y puertorriqueño.

Posiblemente, gracias a la presencia de Lino Padrón Rivera en Vega Baja, el Partido Socia­lista tenía muchos seguidores aquí. Es históri­ca la demostración que en 1939 hizo un grupo de unos 400 trabajadores cuando desde Vega Ba­ja caminaron hasta San Juan para recibir el féretro del prócer Santiago Iglesias, fallecido en Washington, para llevarlo al Capitolio, donde se­ría velado por 30 horas.

En el año de 1939 hubo mucha actividad política en Vega Baja, como consecuencia de un gran número de líderes y ciudadanos locales, quienes se dieron a la tarea de organizar y fundar el Partido Popular Democrático, cuya trayectoria política habremos de conocer en la próxima parte.

Quinta parte: Política

La participación de vegabajeños en la orga­nización del Partido Popular Democrático puede ser motivo de un trabajo de investigación por se­parado. He visto cientos de documentos que se cruzaron por aquellos años entre Luis Muñoz Ma­rín y las figuras relevantes de la política local que se sumaron a la revolución partidista de entonces. Pero no es posible reseñar siquiera, en este mo­mento, mucho más de los escasos datos que aquí revelamos.

Las elecciones de 1940 se celebraron el de noviembre. Lino Padrón Rivera fue electo sena­dor por acumulación por el Partido Socialista, con la suma de 87,737 votos. Esta cantidad sólo fue por los candidatos Luis Muñoz Marín y Vi­cente Géigel Polanco. Para entonces, en Vega Ba­ja sólo había 9,432 electores.

Fue elegido también el Dr. Rafael Arrillaga Torréns, candidato de la Unión del Partido So­cialista y el Partido Unión Republicana, al cargo de Representante a la Cámara por el Distrito 6, el cual incluía al Municipio de Vega Baja. Arri­llaga Torréns alcanzó un total de 7,431 votos so­bre los que obtuvo el candidato del Partido Popu­lar Democrático para la misma posición. Aunque de otra extracción política, la elección del Dr. Arrillaga fue oportuna para que el Partido Popu­lar pudiera alcanzar la hegemonía en la Cámara de Representantes, y poder así desarrollar su plan político. Ya que ningún partido político tenía el control en dicho cuerpo, Arrillaga fue electo su Presidente de 1943 a 1944, a cambio de ciertas concesiones, entre ellas, su conversión a Popular. Esto le hizo postularse en las elecciones del 1944 por el Distrito Representativo 7, que incluía a Manatí. Resultó electo y renunció posteriormen­te a dicho escaño.

La contienda para la primera posición ejecu­tiva de Vega Baja la ganó el Partido Popular De­mocrático, donde resultó elegido Ángel Sandín Martínez como alcalde. Don Ángel fue el alcalde que por más tiempo ha gobernado nuestro pue­blo antes de Luis E. Meléndez Cano. Durante su larga jornada, de la que nos ocu­paremos más adelante, Don Ángel, motivado e impulsado por una nueva y dinámica fuerza polí­tica puertorriqueña, trajo a nuestro Vega Baja unas novedades que fueron muy beneficiosas pa­ra nuestras comunidades, desde que en 1941 comenzaron las funciones de su cargo.

De acuerdo con una carta que él mismo escribiera a un oficial norteamericano que solicitaba sus datos biográficos para fines gubernamen­tales, Ángel Sandín Martínez nació el 31 de ma­yo de 1893. Por un año (1909-1910) fue, a los quince años de edad, maestro de Instrucción Pú­blica. De ahí en adelante ocupó el cargo de Tene­dor de Libros, dedicándose también al comercio. Se inició en el servicio público como Secretario-Auditor, entre 1929 y 1936. Desde 1941 hasta el momento de su muerte, el 10 de junio de 1958, fue alcalde de Vega Baja. Además, ocupó el cargo de asambleísta municipal por el Partido Unión de Puerto Rico y por la Alianza Puertorriqueña. Fue miembro de la Asamblea Constituyente, junto a su primo hermano, Ramiro Martínez Sandín, y el esposo de su prima, Lino Padrón Rivera.

En tiempos en que la mayoría de los niños vegabajeños nacían en el territorio de Vega Baja, Ángel Sandín construyó una Sala de Curaciones, en donde se atendieron más de 50,500 casos de enfermos y heridos, y 500 partos en un año. En­tre 1941 y 1942 se adquirió un “Botiquín Muni­cipal” y una nueva ambulancia. En el Barrio de Quebrada Arenas se instaló una sala de emergen­cias.

Cuando, durante la Segunda Guerra Mundial sobrevino la expro­piación para establecer el Campamento Tortugue­ro por parte del gobierno federal, los habitantes de Yeguada y Puerto Nuevo fueron relocalizados en una barriada que fue cedida para el beneficio de los vecinos. También consiguió Martínez San­dín un nuevo camión para la limpieza pública, dos fuentes ornamentales para la plaza pública, un equipo de incendio y luz eléctrica para la Ba­rriada La Trocha.

Presidieron la Asamblea Municipal de Vega Baja, durante este cuatrienio, los señores José Cestero Guardiola y Manuel (Neco) Arraiza.

Elecciones de 1944: “Pucho” Marzán y el Adelanto de la Lucha Independentista.

En 1944, el líder obrero, Isabelino (Pucho) Marzán, miembro del Partido Socialista y de su Comité Territorial Central, un vegabajeño de pura cepa, sustituyó a José F. Rodríguez, al éste renunciar. Pucho era barbero de profesión, y cuando se disolvió su partido por falta de electorado, ingresó al Partido Independentista Puerto­rriqueño, donde resultó elegido Representante por acumulación en las elecciones de 1952 y 1956. Se le recuerda por su fogosidad como ora­dor y su hábil referencia despectiva al adversario político. Ante la Comisión de Status de 1965 ofreció una interesante ponencia en donde relata parte de su conocimiento sobre el movimiento obrero en Vega Baja, por el cual su madre, tam­bién líder obrera, sufrió cárcel por actividades que en aquellos tiempos eran ilegales.

Las elecciones de 1944 dieron el triunfo a Francisco García por el Distrito Representativo Número 6, que comprendía a Vega Baja. Este fue uno de los que apoyó el Proyecto Tydíngs, el cual proponía la independencia para Puerto Rico. En 1945 se construye la porción de la Carretera Número 2 de Vega Baja a Vega Alta, a un costo de $350.000, lo cual se hizo con la ayuda de la Armada norteamericana para proveer la ruta de los convoys militares en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, por lo que se conoce como Carretera Militar.

Para 1946 se comienza una campaña de reco­lección de firmas para inscribir nuevamente al des­aparecido Partido Liberal. Pero de acuerdo con informaciones de prensa escritas por el corres­ponsal de La Democracia, Esteban Rosario, “no había ambiente para ese partido en Vega Baja” En ese año también se le ofreció en la Playa de Vega Baja, un homenaje de despedida al Gober­nador de Puerto Rico, Rexford G. Tugwell.

            El periodismo político tenía, al menos, un órgano informativo que publicaba el Partido Po­pular Democrático, dirigido por Jaime Soto Rive­ra, que se llamaba Justicia.

Elecciones de 1948

El 17 de noviembre de 1946, el Comité Lo­cal del Partido Popular Democrático fue reorga­nizado. La Convención estaba presidida por Ro­berto Sánchez Vilella, y sirviendo como Secre­tario, el alcalde Sandín. Se eligió Presidente a José Cestero Guardiola.

            En la papeleta electoral de Vega Baja figu­raban cinco partidos políticos. Para la candidatura de Alcalde fueron postulados: Ángel Sandín (alcalde popular),  José Oquendo Nieves (coali­ción de Partido Estadista, Socialista y Reformis­ta Puertorriqueño) y Timoteo Rodríguez (por el Partido Independentista).

Además de Sandín, se eligieron a los siguien­tes asambleístas municipales: Genaro Nieves, Gregorio Castro, Julio Otero Meléndez, Francisco Pantoja, Froilán (Flor) Pabón, Enrique (Quique) Salaverry Prado, Sergio Valle González. Herminio Rivera, Santiago Narváez y Rafael García Quiles. A la Cámara de Representantes fue elegido para un primer término Casimiro Ramos Barreto.

Vegabajeños en el Ataque a la Casa Blair y en la Revuelta Nacionalista

En el ataque a la Casa Blair, en donde residía temporalmente el Presidente de los Estados Uni­dos, Harry S. Truman, no parece que hubiera participantes de Vega Baja. No obstante, Oscar Co­llazo, uno de los independentistas que resultó herido, procesado y convicto por el gobierno federal, vino a residir a Vega Baja con su familia poco después de ser indultado por el Presidente Jimmy Carter.

En cuanto a la llamada Revuelta Nacionalis­ta, aunque no hubo en Vega Baja brote de violen­cia que se recuerde para esa ocasión, sabemos que se produjeron arrestos a personas residentes en Vega Baja, y a otros se les señaló como sospecho­sos de conspirar en esta sublevación armada.

La Convención Constituyente

Tres vegabajeños fueron miembros de la Convención Constituyente del Estado Libre Aso­ciado de Puerto Rico y participaron en los deba­tes que allí se realizaron. Lino Padrón Rivera y Ramiro Martínez Sandín, ambos del Partido So­cialista, fueron delegados por acumulación y por el Distrito de Arecibo, respectivamente. Ángel Sandín Martínez fue también delegado por Areci­bo, distrito senatorial al que pertenecemos.

De todos nuestros constitucionalistas, la par­ticipación más destacada fue la de Lino Padrón Rivera. Los otros dos pertenecieron al Comité de Disposiciones Transitorias, siendo también San­dín miembro de la Comisión del Preámbulo de la Constitución. Todos presentaron proposiciones a la Convención, votaron afirmativamente y sus fir­mas aparecen al final del documento original de la Constitución en señal de aprobación. El origi­nal de dicho documento radicó por muchos años en la Rotonda del Capitolio insular, idea que pro­puso Lino Padrón y que aprobó la Convención. Hace poco tiempo se retiraron sólo para restau­rarlos.

En Vega Baja se izó la Bandera del Estado Libre Asociado por primera vez en un acto oficial celebrado el 25 de julio de 1952. Hasta esa fecha sólo se izaba en la Casa Alcaldía la Bandera de los Estados Unidos. Veintitantos años después, otra bandera acompañó a la Pecosa y a la Monoestre­llada: ésta es la Bandera de Vega Baja.

Elecciones de 1952

El 4 de noviembre de 1952 se volvieron a ce­lebrar elecciones en todo Puerto Rico. El Partido Independentista Puertorriqueño había celebrado su asamblea el 10 de agosto y había postulado para Comisionada Residente en Washington a la vegabajeña, Carmen Rivera de Alvarado, cuyo nombre honra al Centro Cultural de Vega Baja. Fue profesora universitaria y muy apreciada in­telectual puertorriqueña. Junto a su esposo, fue una destacada defensora del ideal de la indepen­dencia en Puerto Rico. Además de ser miembro del Partido Independentista y de su Comisión Ejecutiva, fue fundadora, en 1959, del Movimien­to Pro Independencia, junto a los también vega­bajeños, Fermín (Fito) Arraiza Miranda y Emi­liano Martínez Sandín. Además, participó en la fundación del Partido Socialista Puertorriqueño en su Asamblea Constituyente. Sus restos repo­san en el Cementerio de Vega Baja, donde una bandera puertorriqueña señala el lugar.

En 1952 fueron cuatro partidos políticos a las elecciones. Para la candidatura a Alcalde se postularon: Angel Sandín (Partido Popular Demo­crático); Demetrio Valle García (Partido Estadis­ta Republicano); Timoteo Rodríguez (Partido Independentista Puertorriqueño), y Ramiro Mar­tínez Sandín (Partido Socialista). El Partido Po­pular eligió también su Asamblea Municipal: Eu­lalio Hernández, Agustín Álvarez Rodríguez, Jai­me Claudio Hernández, Hipólito Sierra Miranda, Santiago Narváez Nieves, Enrique Salaverry Pra­do, Francisco Pantoja Irizarry, Rafael Cano de Llovio, Héctor A. Joy Sandín, Sergio Valle Gon­zález y Emilio Meléndez Mercado.

Para representante por el Distrito se postuló José (Cheo) Oquendo (Partido Estadista Republi­cano), y para Representante por Acumulación, Lino Padrón Rivera (Socialista). Finalmente, resultó elegido Alfonso Auger Martínez, como Re­presentante de Distrito.

Durante la incumbencia de Ángel Sandín, hubo problemas entre la Administración Munici­pal y la Iglesia Católica, lo que culminó en que el cura católico, Benito Cabrera, decidiera no patr­cinar las fiestas patronales de octubre de 1953.

Elecciones de 1956

Aunque Ángel Sandín Martínez ganó las elecciones dc 1956, su salud se va quebrantando, lo que le impide continuar ejerciendo sus funcio­nes. Fue sustituido por Juan García, Tesorero Municipal, como Alcalde Interino. Para entonces, presidía la Asamblea Municipal, el comerciante Rafael Cano Llovio.

En la Legislatura, ocupaba un escaño distri­tal Casimiro Ramos Barreto, quien continuará hasta el 1964 en dicha posición. Ramos Barreto, quien sigue vinculado a la política activa como asambleísta municipal hasta 1984, aprovechó los programas educativos gubernamentales y pudo continuar sus estudios, superiores, siendo un ejemplo de superación, ya que lo hizo mientras era legislador. Su esposa es maestra retirada.

Rafael Cano Llovio es entonces elegido Pre­sidente del Partido Popular y luego nombrado Alcalde sucesor de Ángel Sandín Martínez, al fa­llecer éste en 1958. Una de sus primeras manifes­taciones públicas importantes fue negar informa­ciones periodísticas en el sentido de que él obje­taba la participación en la política de personas no nacidas en Vega Baja. Afirmó, por el contrario, que todos los residentes de Vega Baja tienen per­fecto derecho de interesarse por el bienestar de la comunidad… “sean de San Juan, de Ponce,de Jayuya o de cualquier otra población”.

En noviembre de 1956, poco después de las elecciones, se publicó una información en el Pe­riódico El Imparcial, en donde se daba cuenta de un alegado apoyo que el Comité Local del Parti­do Independentista Puertorriqueño había dado al Lcdo. Antonio Ayuso Valdivieso, el cual había sido rechazado por el entonces Presidente estatal de la colectividad, Lcdo. Gilberto Concepción de Gracia. Ayuso era, para entonces, el dueño de di­cho diario.

La lírica política también se dejó sentir en el año 1958, en el periódico vegabajeño, El  Suceso, de don Agustín Álvarez Rodríguez. En directo ataque al controversial alcalde, Rafael Cano y a Casimiro Ramos, y en apoyo a Enrique Salaverry (precandidato a la Alcaldía de Vega Baja), escri­bió don Agustín lo siguiente:

Escucho en Silencio y miro

que existe hondo malestar

en el grupo popular

que acaudilla a Casimiro…

Rafael aquí domina

Aunque el pueblo no lo quiera.

Eso es así ¡es asina!

y no es de otra manera.

No te empeñes Casimiro

en forzar esta cuestión,

Tú eres hombre bueno y sano;

sigue sereno y tranquilo,

que aquí la única Razón

es la de don RAFAEL CANO.

También para los estadistas se rimaba:

Maneco, no hay quien resista

el empuje arrollador

de ese Partido Estadista

que me infunde gran temor…

Las interioridades políticas fueron tema de poetas:

Bromas cordiales

El veintidós de febrero

del año que va corriendo

un poco vanidoso y parejero,

pero sin formar estruendo,

el invicto Partido Popular,

obsequió a Secretarios e Inspectores

que ayudaron en las mesas a ganar

las pasadas elecciones…

La cosa no está como empezó

en la Villa del Melao.

“El tiempo de los bobos se acabó”

igual que en Cibuco los pescaos…

¿Qué pasa en la Asamblea Municipal?

No se  llevan como hermanos.

El ambiente no es cordial,

si hay apretones de mano.

Y a lo sucu-muco se asegura

que hay un legislador municipal

que espera una ocasión pa’levantar

la “Cuestión de Confianza”, ¡una diablura!

Y… hay más aún; es cosa decidida

que a este legislador respaldaría

una firme e inmensa mayoría

cansada ya de hacer lo que otro diga,

porque resuelto está

(No apostamos ni un penique)

que la Alcaldía será

para el FORASTERO QUIQUE..

Estuve en el hospital

donde me informó la gente

que para sacarse un diente

DOS MESES hay que esperar.

La CIRUGIA DENTAL

allí funciona muy mal.

Vega Baja es ahora un basurero,

de tan grandes proporciones,

que sobran los zafacones,

las escobas y  plumeros…

Y, lo peor de este mal

es que nadie se atreve a protestar.

¡Qué terrible tortura

tener que vivir entre basura!

Lluvia negra de carbón,

majadera e indecente

cae sobre esta población

mandada por San Vicente.

¿Cuál será la decisión

de nuestra Administración?

¡MALDITA SEA LA ORDENANZA

QUE AQUÍ EL TRÁFICO REGULA!

¡Hay  más luces en las panzas

de los bueyes y las mulas!…

¡Qué ordenanza más fatula

la que al comercio estrangula!…

Elecciones de 1960: La Tribuna Bipartita

En la edición del periódico El Mundo del viernes 18 de octubre de 1960, hay un artículo de primera plana que lee: “En Vega Baja-Popula­res Levantan Tribuna a los Independentistas”.

Lo que ocurrió en aquella ocasión fue que el Par­tido Independentista Puertorriqueño se proponía construir una tribuna para el mitin de cierre de campaña tradicional frente a la casa Alcaldía de Vega Baja, que era el sitio más estratégico para la actividad. Su presidente local, Tomás Jimmy Ro­sario (padre), advirtió que en el mismo sitio se es­taba construyendo una igual, pero más grande, para el mitin del Partido Popular, lo que le quita­ría el espacio necesario a los seguidores del Parti­do Independentista para construir la suya, que por pequeña, contrastaría desfavorablemente con la Popular.

Las gestiones iniciales para llegar a un acuerdo con el Alcalde Rafael Cano respecto a la ubicación de las respectivas tribunas, resultaron infructuosas, por lo que, preocupado por el asunto, el Lcdo. Gilberto Concepción de Gracia, Presidente Estatal del Partido Independentista, se trasladó a este pueblo y trató de resolver el pro­blema con las autoridades, lo que resultó inútil.

Concepción tuvo una entrevista con el Alcal­de, quien a petición de éste asintió en dejar usar la tribuna popular a los independentistas. Al fi­nal del artículo periódistico, su escritor, M. Escri­bano, dejó la siguiente moraleja:

Eso es, vaya mañana por la noche a Vega Baja y pregunte quién pagó la construcción de la Tribuna que estarán usando los oradores del Partido Independentista en su mitin, y com­probará que aun en época de elecciones, en­tre políticos y entre personas de ideas encon­tradas, si hablan, se entienden…”.

Una situación similar ocurrió precisamente en Vega Baja, a principios de 1983, que captó el interés de los medios noticiosos del país por se­gunda vez en nuestra historia. Don Ángel Viera Martínez, Presidente del Nuevo Partido Demócra­ta de Puerto Rico, Vicepresidente del Partido Nuevo Progresista y Portavoz de la Minoría de dicho partido en la Cámara de Representantes, se convirtió en el primer penepeísta invitado por el Presidente del Partido Popular Democrático el exgobernador Rafael Hernández Colón, para ofrecer un discurso en una tribuna popular frente al Comité Local del Partido Popular, en la Calle Betances de Vega Baja.

Probablemente, este incidente causó la sustitución de Viera como Portavoz del Partido Nuevo Progresista y como Presidente del Partido Demócrata en Puerto Rico, así como su renuncia obligada como Vicepresidente del Partido Nuevo Progresista, y su conversión y fundador del Partido de Renovación Puertorriqueña.  Para las elecciones de 1960 fue nominado para Alcalde por el Partido Estadista Puertorriqueño; por el Partido Independentista Thomas Jimmy Rosario (padre) y por el Partido Acción Cristiana, Efraín Martínez Sandín. Esta fue la primera elección general en la que el alcalde Rafael Cano Llovio se postuló por el Partido Popular Democrático para esa posición. En Vega Baja como en todo Puerto Rico, menos el Municipio de San Lorenzo, ganó el Partido Popular Democrático.

En 1960 fue cuando por primera vez hubo representación minoritaria en la Asamblea Mu­nicipal.

En 1960 el alcalde Cano confrontó proble­mas con la Federación de Músicos de Puerto Ri­co, la cual lo declaró “non grato”, y a Vega Baja, “territorio prohibido” para los artistas federados,  lo que les impedía aceptar contratos con espec­táculos que fueran ofrecidos por el Municipio de Vega Baja. Se solucionó el problema finalmen­te otorgándole a empresarios particulares la con­cesión de transmisiones radiales, y de espectácu­los de las fiestas patronales. En 1963 también Cano confrontó problemas con los porteadores públicos, lo que generó una huelga que duró al­gún tiempo.

Elecciones de 1964

En 1964 el Partido Popular consolidó su poder en todas las esferas municipales, legislativas y ejecutivas en todo Puerto Rico. Le dispu­taron a Rafael Cano la alcaldía los siguientes can­didatos: José (Pepe, El Brother) De Jesús Colón, por el Partido Estadista Repulicano; Félix (Lito) Otero, por e] Partido independentista Puertorri­queño, y Jorge Efraín Martínez Sandín por el Partido Acción Cristiana. Fueron electos a la Asamblea Municipal: Sergio Valle González, Emilio Meléndez Mercado (quien luego fuera también su presidente), Héctor A. Joy Sandín, Hermenegilda Dones de Santos, Hipólito Sierra Miranda, Serafín Santos Rivera, Asunción Ra­mos Marrero, Carmen Matta Valle, Jaime Almo­dóvar Chévere y Nemesio Torres Ortiz. Por el Partido Estadista Republicano se eligió a don Agustín Álvarez Rodríguez. quien anteriormente había sido asambleísta del Partido Popular De­mocrático.

En 1964 otro vegabajeño se postuló y obtu­vo un escaño como Representante por el Distrito Uno de San Juan. Se trata de Carlos García Portela, abogado y miembro del Partido Popular Democrático, nacido aquí el 18 de noviembre de 1921, y se había destacado dentro de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Puerto Rico, y como Gobernador del Club de Leones de Puerto Rico.

Como representante a la Cámara por el Distrito 11 fue elegido Rafael Rosado Pantoja, de Vega Alta, por el Partido Popular, quien com­pitió contra el Dr. Rafael Muñoz Noya; por el Partido Estadista Republicano: Héctor Ramí­rez Seijo, por el Partido Independentista, y el también vegabajeño Froilán (Flor) Pabón, por el Partido Acción Cristiana.

En junio de 1966 el vegabajeño, Jesús Her­nández Sánchez aparece en la palestra pública cuando, como Director del Movimiento “Popu­lares Estadistas”, protesta por el primer borrador que prepararon los miembros estadounidenses de la Comisión de Status, respecto a sus conclusiones y recomendaciones. Fundador de la Ju­ventud Popular Universitaria, en 1956, y Presidente de la Juventud Popular del Distrito Se­natorial de San Juan,  Chúllegó a ser miembro del Concejo Central del Partido Popular Demo­crático.

Aunque, como miembro del Partido Popular Democrático, debió haber respaldado en algún momento de su vida el Estado Libre Asociado. Hernández Sánchez favorecía la Estadidad Fe­derada para Puerto Rico, al extremo de parti­cipar en el Plebiscito de 1967 defendiendo el emblema de la palma real y promoviendo el voto a favor de la Estadidad con el grupo de Estadistas Unidos. En 1968 hizo su ingreso al Partido Nue­vo Progresista, en donde ocupó, desde el 18 de febrero de 1968, el cargo de Vicepresidente por Acumulación, junto al grupo de fundadores de dicho partido.

Fue Senador por Acumulación en dos ocasiones, recibiendo el apoyo masivo del liderato y los militantes de la colectividad. Aunque en 1976 se retiró de la política activa al fracasar su intento de convertirse en Presidente del Partido Nuevo Progresista frente a Carlos Romero Barceló y Justo Méndez, se ha mante­nido activo opinando sobre el acontecer político desde un espacio en el periódico El Nuevo Día y en una práctica exitosa de su profesión de abo­gado. También se ha destacado como poeta con su libro titulado Campus y otros poemas que ha publicado en diversos periódicos y revis­tas.

En el mes de febrero de 1967 se le celebró a Don Luis Muñoz Marín su cumpleaños en la Casa Alcaldía de Vega Baja, con la asistencia de sus correligionarios políticos y las expresiones de varios de los líderes del Partido Popular local, entre ellos, Manuel Vélez Ithier y el alcal­de, Rafael Cano.

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Notas

  1. Esta fecha del 3 de octubre de 1776 se basó en una carta sobre una consulta que le hizo el historiador Agustín Alvarez Rodríguez a Federico Asenjo, productor del Almanaque Aseno y que fue publicada en un programa de fiestas patronales. No encontramos basamento histórico a este dato.
  2. La tradición oral sostenía el hecho de que la fundación había sido en 1776. Carlos M. Ayes ha interpretado que ese es un error, basado en los documentos existentes. Así lo estableció en un escrito publicado en el Programa de Fiestas de Pueblo de 2022.
  3. El nombre correcto es Manuel Negrón Maldonado, según Carlos M. Ayes, a base de la genealogía que ha realizado.

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