«Como es arriba,es abajo»

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Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Se le atribuye a Hermes Trismegisto, una fígura medio perdida en la historia, haber creado la frase de «como es arriba, es abajo». Esto es principalmente un concepto místico que significa nuestra identificación con Dios y la semejanza de la que después se escribe en la Biblia en Génesis 1:26 y 5.1.

Y tomado este principio como cierto, pasando por las guerras divinas en el cielo y las guerras entre las naciones en la tierra, también hay guerras interiores que los humanos tenemos que padecer como son las de la mente y las de enfermedades como el cáncer. En esta época de mi vida me ha tocado ser el territorio de una guerra interior que ya ha comenzado, identificada como un linfoma que corre por mi organismo con unas células clasificadas como B grandotas.

Aun no sé cuando llegó el aviso de guerra. En noviembre pasado me empecé a sentir mal con un dolor en lo que después conocí como el mesenterio, según lo he dicho anteriormente. En mi segunda crisis, ya no podía caminar por la intensidad del dolor. Dos médicos rehusaron intervenir e una masa que descubrieron después de tres tomografías conputarizadas porque estaba muy vascularizada y pudiera haber hemorragia en el procedimiento.

En el Centro Comprensivo del Cáncer, aunque aun no se había determinado si tenía o no cáncer, dos médicos valientes, de apellidos López de Victoria y Mojica, respondieron al reto científico y se atrevieron a intervenir para buscar las respuestas a mi dolor y la presencia de la masa. Luego de una primera biopsia que no determinó células malignas, no estuvieron conformes, Siguió otra tomografía computarizada y otros análisis que amplificaron los detalles de los problemas que presentaba mi organismo. No sé si fue deducción o intuición, pero esos médicos tienen algo especial. En la patología de la segunda biopsia apareció la frase mágica: «Poorly differentiated malignant neoplasm».

En ese momento se descubrió el sospechado mal, pero había que identificarlo. Esperamos unos días más y vino un informe suplementario donde ya pudimos saber la tribu de guerreros que teníamos que controlar y eliminar. Y el médico de cabecera, un oncólogo hematólogo, trazó un plan de trabajo u hoja de ruta. Para la semana próxima comienza la preparación para la guerra: análisis, estudios, un puerto en el pecho para la quimoterapia, revisión del estado de la médula ósea y una cita para actuar después que cumpla con todos esos preparativos.

En el interín, leo y releo los mensajes que mis familiares y amigos me han escrito. No puedo hablar por teléfono mucho porque me canso y me quedo sin voz. Tampoco hago grandes desplazamientos de movimiento porque me debilito.

Pienso en mi yerno Cano que me ha ayudado tanto para llegar a este punto y a mi sobrina Carla por el sostenimiento con consideraciones diarias sobre cada nuevo evento sobre el particular. Ambos son excelentes médicos y unos amorosos parientes. Desde mi esposa Myrna, mi padre, mi tía Vilma, mis hermanas, hijos e hijas, sobrinos y sobrinas, primos y primas y amigos siento una barrera protectora espiritual y física que me ayuda a sostener mis insuficiencias. Ayer supe que en su estadía en Europa, mis sobrinos Alex y Carola prenden velas por mi salud en cada sitio que van.

He leído mucho sobre la presencia de las células cancerosas y su hambre constante por las células buenas que me dan la vida. De hecho, estoy leyendo las columnas sobre este tema que ha escrito el Dr. Fernando Cabanillas en El Nuevo Dia, compiladas en tres tomos sencillos por su lenguaje y extraordinarios por su contenido, que lleva el nombre de «Consejos de Cabecera». Recomiendo su lectura, todo el que le lee, queda encantado.

Cuando el pasado lunes fui a la oficina del cirujano oncólogo Dr. Pablo Mojica, en el cuarto de reconocimiento había un sólo mensaje y la palabra «FAITH» estaba en letras grandes. De eso tengo mucho, gracias a ustedes. Y el amor es el arma común del primer batallón que tengo al frente de esta escaramuza. Cuento con todos.

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